Rabbán Gamliel dice que hay tres palabras que se deben exponer en el Seder para cumplir mínimamente con la obligación de enseñar a nuestros hijos la historia de nuestro Éxodo de Egipto: Pésaj, Matzá y Maror. Maror representa el sabor de la esclavitud. Matzá representa el sabor de la libertad obtenido a través de la intervención divina.¿Pero qué es Pésaj? ¿Qué significa Pésaj y qué nos enseña hoy?
Pésaj era un sacrificio animal, una ofrenda. Pero a diferencia de los sacrificios mencionados en la Parashá de nuestra semana, Tsav el sacrificio de Pésaj tenía un propósito único. Un cordero –una oveja joven–tenía que ser sacrificado por los esclavos judíos el 14 de Nisan. HaShem le dijo al pueblo judío marcaran las puerta de sus casas con su sangre, y así no serían afectadas por la peste que condenaba a los primogénitos a la muerte.
Pésaj representa entonces el sacrificio que el pueblo judío tuvo que hacer para merecer su libertad. Me explico: los cambios socioculturales generalmente tardan muchos años o décadas en ocurrir. En el caso del pueblo judío, todo sucedió en unos pocos díás y comenzó el día 10 de Nisán, que celebramos todos los años como Shabbat haGadol. Dios ordenó a los judíos que tomaran una oveja y la tuvieran con ellos hasta el día 14 de Nisán, en el cual iba a ser sacrificada. Recuerden que los egipcios adoraban a los animales porque creían que poseían poderes sobrehumanos dado por los dioses. Las ovejas, especialmente el macho adulto llamado «carnero», representaban la virilidad y el poder de la procreación. Los israelitas ahora enfrentaban un serio desafío: Dios, por un lado, les había ordenado tomar uno de los «dioses egipcios» para sacrificarlo. Al hacerlo, los israelitas demostrarían a Dios, pero principalmente a sí mismos, que se habían liberado de la cultura idólatra de los egipcios y de sus supersticiones. Fue muy difícil porque los judíos vivimos en la sociedad egipcia durante 210 años y obviamente, estábamos influenciados por todo tipo de supersticiones de la sociedad aboda zara (idolatría). Matar a un cordero, por lo tanto, presentaba una gran dificultad psicológica más allá del posible peligro físico, ya que para los egipcios esto sería más que una acto de rebeldía: prácticamente una declaración de guerra contra Egipto. Los egipcios se sentirían ofendidos, y podrían matar a los esclavos hebreos. Pero esto no sucedió. Providencialmente (y posiblemente por el efecto de las 9 plagas anteriores) los egipcios no pudieron reaccionar. Y luego de 4 días, en la víspera de Pésaj, el pueblo judío sacrificó el cordero, y en un extraordinario acto de valentía y coraje, se liberaron de la cultura de la idolatría y sus supersticiones. Esa noche, al hacer el sacrificio de Pésaj, los judíos abandonaron mentalmente Egipto y le demostraron a HaShem que estaban listos para seguirlo a Él.