jueves, noviembre 21, 2024
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JAYE SARA: Buscando una esposa para Isaac

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Esta Parashá nos cuenta sobre los últimos días de Abraham Abinu.  Luego de ocuparse del entierro de su esposa Sará, Abraham sabe que le queda una importante misión por cumplir: casar a su hijo Isaac (Ytsjaq).  Es mucho lo que está en juego.  Encontrar una mujer digna de Isaac es lo que va a permitir que el legado de Abraham, su pacto con HaShem, continúe para la posteridad.  Pero si la esposa no acompaña a Isaac, posiblemente todo se pierda.  En ese entonces, como hoy en día, la educación de los hijos y la continuidad dependían especialmente de la esposa. En este Shidduj, había demasiado en juego…
Para esta difícil misión Abraham envía a su sirviente más leal, Eliezer.  Eliezer llega a Jarán, la tierra de la cual proviene Abraham y en la cual tiene todavía algunos familiares. Eliezer le ruega a HaShem que ilumine sus pasos. Y se propone a sí mismo hacer una «prueba» para elegir a la futura esposa de Isaac.
Eliezer se dirige hacia el pozo de agua. Y se dice a sí mismo que al llegar allí –donde usualmente las jóvenes mujeres buscan agua para sus casas —  le pedirá  a una de estas jóvenes un poco de agua para beber, si la joven accediera y le ofreciera también agua para sus camellos, esta sería la futura esposa de Isaac.
Los rabinos se dividen en su opinión: Algunos, como Maimónides, dicen que Eliezer no obró correctamente. Que no se puede «poner a prueba a Dios» (לא תנסו).  Uno no puedo decir, por ejemplo: «No estoy seguro si debo o no debo comprar esta casa. Por lo tanto, HaShem voy a tirar una moneda para que me reveles Tu voluntad: si es tu voluntad que yo compre esta casa, haz que la moneda caiga de ‘cara’. Y si no es Tu voluntad, que sea ‘seca’. Al fin y al cabo, HaShem, Tú eres Todopoderoso, y está en tu poder determinar de qué lado caerá la moneda.» Maimónides indica que este razonamiento, aparentemente impecable, era parte de lo retórica que usaban los idólatras, para de esa manera «forzar a sus dioses a revelar su voluntad», la cual ellos manipulaban a gusto.
Otras opiniones, si bien aceptan en principio el dictamen de Maimónides, dicen que en este caso Eliezer no trató de poner a prueba a Dios, sino de poner a prueba el carácter y la personalidad de la futura esposa de Isaac. Al fin y al cabo Eliezer no pidió un signo identificatorio arbitrario. No dijo, por ejemplo, «si encuentro una muchacha vestida con un vestido con flores, esa será la mujer que HaShem quiere para Isaac», o algo así. Eliezer se propuso identificar «cualidades» que probaran el buen carácter de la muchacha.
¿Pero cuáles eran las virtudes que Eliezer esperaba ver, y que finalmente vio, en la futura esposa de Isaac?
Eliezer buscaba en la futura esposa de Isaac, las virtudes de Abraham Abinu.
Veamos: cuando Abraham recibe a sus invitados, les terminó dando más de lo que en principio les ofreció. Abraham le dijo a sus invitados que les iba a dar «un pedazo de pan y un poco de agua». Pero al final, los agasajó con un banquete de carne tierna, pan recién horneado, y deliciosos postres. Parte de la virtud de un Tsadiq (un hombre justo) «es hacer más de lo que promete», (¡al revés de los políticos!).
Algo más:  Abraham atendió a sus huéspedes con «entusiasmo» (זריזות).  Una de las maneras de medir nuestro entusiasmo es ver cuánto nos apresuramos en hacer lo que estamos haciendo. Si un niño de 10 años tiene que levantarse a la madrugada para hacer una tarea que no quiere hacer, seguramente se levantará muy lentamente, se vestirá en cámara lenta, con total desgano, etc.  Pero si tiene que levantarse a la madrugada para viajar en avión a Disneylandia, seguramente se levantará sin demoras, se vestirá rápidamente, y con mucho entusiasmo. Cuando Abraham recibió a sus invitados la Torá nos cuenta que Abraham se «apresuró» y le dijo a su esposa, prepara «pronto» tortas, y luego «corrió» hacia su ganado y se «apresuró» a preparar la carne…
Cuando Eliezer vio a Ribqá y le pidió agua, la Torá menciona que Ribqá se «apresuró» hacia la fuente y le dijo: «Bebe Señor mío». Y le dijo, por iniciativa propia: «Le voy a dar de beber también a tus camellos. Y se «apresuró» y tomó su vasija y «corrió» hacia la fuente de agua y dio de beber a los camellos hasta saciar su sed».
Este comportamiento excepcional es propio de las personas que practican el Jesed, las obras de bien, en el más alto nivel. Hacen el bien, sin que se les pida. Y hacen más de lo que se les pide o de lo que se espera que hagan. Y cuando llevan a cabo sus obras de bien, lo hacen con entusiasmo, con pasión, sin desgano y desinteresadamente.
Ribqá pasó la prueba de Jesed. Y se graduó con el puntaje más alto.
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