La Parashá de la semana pasada, Bereshit, relata entre otras cosas, la creación del mundo, la creación de la vida y la creación del hombre. Es en este último acto de creación que surge una pregunta sobre la expresión que la Torá usa para describir el propósito Divino. El pasuq (versículo) en Bereshit (Génesis) 1:26 dice: «Y dijo Dios, hagamos un hombre….». Y la obvia pregunta es: ¿por qué el plural «hagamos»? ¿A quién le estaba hablando Di-s cuando dijo «hagamos»? A simple vista resulta incomprensible que en el mismo libro donde se dice «Escucha Israel, el Eterno nuestro Dios es UNO» también diga «hagamos», como si jas veshalom, hubiera más que UN solo Di-s.
Los Sabios del Talmud (jazal) ofrecieron varias respuestas a este enigma. Yo conozco 4 explicaciones, que por cierto son complementarias unas de otras. Hoy voy a presentar 2 de ellas.
1. PLURAL MAJESTUOSO:
La explicación más simple (peshat) es que este plural no cumple la función regular del plural. Es una forma especial del discurso, Divino o humano, que se llama plural majestuoso o mayestático. Y significa que a veces el pronombre personal de primera persona singular (Yo) se emplea en plural (Nosotros o Nos)en vez del singular para expresar formalidad, autoridad, etc. Un presidente puede decir: «»Estamos muy orgullosos de la actitud de nuestro pueblo…». Un Rey en la edad media iniciaba, o firmaba, sus documentos diciendo: «Nosotros, Carlos,…». . Tenemos varios casos similares en la Torá, como por ejemplo, adoné yosef (al amo de Yosef, cuando este era esclavo en Egipto, se lo llama en plural: Los amos de Yosef). Esta es la primera explicación de «hagamos».
2. ¿QUE ES HUMILDAD?
El Midrash interpreta este plural de una forma distinta. Los Sabios dijeron que el Creador, antes de crear al hombre, buscó el consentimiento de los ángeles. En realidad, implica este Midrash, HaShem no necesitaba la anuencia de los ángeles para proceder con su plan de Creación. ¿Por qué entonces participar a otros ser, inferiores a Di-s, del plan de la Creación del hombre?
La humildad, en muchas religiones y culturas, se entiende como el respeto que el inferior le debe a su superior. La humildad, así entendida, es el respeto que el siervo le debe al patrón, el empleado a su empleador, el feligrés al clérigo, etc. Comportarse con humildad es casi sinónimo de ciega obediencia, humillarse, desaparecer, ante aquel que está por encima de uno. La Torá, dicen nuestros Sabios, nos enseña que la humildad no es la obligación del que ya es humilde. La humildad es la obligación de aquel que está más arriba, de aquel que ejerce el poder, o tiene más autoridad. El Todopoderoso se aconsejó con los ángeles, los hizo partícipes de Su decisión, para enseñarnos que la humildad es el respeto que el «superior» le debe al «inferior», que el patrón debe tener hacia sus empleados. Para indicarnos que, si alguna vez estamos en una posición de autoridad y pensamos que ya no necesitamos del consejo de nadie, nos acordemos que HaShem participó de su decisión a los ángeles, aunque podía no haberlo hecho. Aunque no necesitaba de su consejo, anuencia u opinión. La Torá nos enseñó con una simple palabrita en plural, que ser humilde significa, en primer lugar, respetar a los que están bajo nuestro comando. En el judaísmo, cuando más alto es el poder o la posición que ostentamos, mayor es nuestra obligación de comportarnos con humildad.