EL DIA DEL JUICIO
«ה‘ מֶלֶךְ יושֵׁב עַל כִּסֵּא דִין
¿QUÉ ES ROSH HASHANÁ?
Rosh haShaná marca el comienzo del nuevo año judío. En unos pocos días, el próximo viernes 15 de septiembre por la noche, comenzaremos el nuevo año judío: 5784. Comenzar un nuevo año es, por supuesto, motivo de celebración y alegría. Es por eso que durante la primera y la segunda noche de Rosh haShaná, el 15 y 16 de septiembre respectivamente, llevamos a cabo una ceremonia especial o «Seder» donde deseamos unos a otros tener un año de paz, prosperidad y alegría. Sin embargo, para el pueblo judío, un nuevo año también (o principalmente) representa un evento serio. Al punto de que los Sabios hablaron más, mucho más, sobre los aspectos «serios» de Rosh haShaná que sobre los aspectos festivos de Rosh haShaná. Los rabinos de la Mishná explicaron que Rosh haShaná es nada menos que el día del juicio (יום הדין). ¿A qué juicio se refieren los Sabios? Al más significativo: evaluar si estoy haciendo con mi vida lo que se supone que debo hacer.
¿Y adivinen quién me estará juzgando? ¡Dios! Y yo mismo. O dicho de otra manera: me juzgaré a mí mismo frente a Dios.
UBICANDO AL JUEZ
En Rosh haShaná, cuando ingresamos a la sinagoga, debemos imaginarnos que estamos entrando en la corte y que estamos a punto de ser juzgados. Nuestro primer desafío, probablemente el más difícil, es identificar al Juez. Él está allí, pero no puede ser visto de manera normal. Para «ver» al Juez, para sentir Su presencia, debemos usar la ayuda de nuestras Tefilot, plegarias y oraciones. Cuando rezamos en Rosh Hashaná, notamos una y otra vez la enfatización de una palabra clave: “MELEJ”, que en hebreo significa “Rey” (o MALKENU, nuestro Rey). «Rey» en el contexto de Rosh haShaná significa «Juez». En Rosh HaShana pensamos en Dios como el Rey / Juez. Juzgar a sus súbditos era uno de los roles principales de los reyes de Israel (pensemos, por ejemplo, en el juicio del rey Salomón). El Rey era la figura judicial más elevada. Y la instancia final del juicio. Por lo tanto, desde Rosh haShana y hasta el final de Yom Kipur, cuando la sentencia definitiva será emitida, nos referiremos a Dios como «malkenu», nuestro Juez.
SHOFAR
El evento más especial de Rosh haShaná también tiene como objetivo ayudarnos a identificar al Juez y hacernos sentir que estamos frente a Él. Me refiero a la voz del Shofar, el sonido del cuerno de carnero. En el antiguo Israel, el Shofar se hacía escuchar frente a todo el pueblo cuando un nuevo Rey era coronado. Al escuchar el Shofar, debemos sentir que estamos parados frente a Dios, y que Él ahora nos está juzgando. Esta es la manera en que individualmente «coronamos» a Dios y lo proclamamos nuestro Juez. Si NO nos tomamos esta idea a la ligera, al escuchar el Shofar podríamos sentirnos abrumados, paralizados y conmocionados. Porque nos damos cuenta de que no podemos fingir ni ocultarle nada a Dios. Porque Él nos conoce mejor que nosotros mismos. Si esto sucede, si lloramos, nos emocionamos y sentimos escalofríos al escuchar el Shofar, significa que el Shofar está funcionando y que estamos reaccionando correctamente a su penetrante sonido. Lo peor que podría pasar es escuchar el Shofar con indiferencia.
SENTIR SIN VISUALIZAR
Cuando se escucha el Shofar no tenemos que pedir perdón, confesar o arrepentirnos (y ni hace falta mencionar que en ese momento ¡no debemos pedirle nada a Dios!). Maimónides explica claramente que la misión del Shofar es ”despertarnos”: su sonido nos tiene que ayudar a tomar conciencia de que estamos siendo juzgados, y especialmente de que Dios preside la corte. El Shofar declara que HaShem es nuestro Rey y Juez (‘להמליך את ה) y es nuestro deber hacer el mayor esfuerzo posible por visualizar (¡sin visualizar a Dios!) que estamos frente a Él, frente a Su Trono, y sentir que Él nos está llamando a comparecer en Su corte. Una vez que nos despertemos, eventualmente, reconoceremos nuestras faltas, las confesaremos, las repararemos y nos transformaremos en mejores personas.
Este es el objetivo a alcanzar en Rosh haShaná.
En las palabras de Maimonides (Teshubá 3:4), el Shofar nos dice lo siguiente:
«Despiértense, ustedes que están dormidos, despierten de su letargo y examinen sus acciones. Arrepiéntanse. Pidan perdón por lo que hicieron mal y recuerden a su Creador.»