Imagina que eres un científico y tienes una oportunidad excepcional: un inversor adinerado confía en tus habilidades y ha decidido invertir un millón de dólares al año en ti, confiando en que encontrarás una cura para una enfermedad mortal. Pero el contrato que te ofrece no es ilimitado: es un contrato que se renueva anualmente. Cada nuevo año, tendrás que ir a su despacho y presentarle un reporte de lo que hiciste. Y él decidirá si extiende tu contrato por un año más o lo cancela. En esa reunion anual, tienes que sobresalir. Tu trabajo — tu futuro— está en juego. El inversor está de tu lado. No te va a exigir que hayas logrado el resultado final. Él sabe que este tipo de trabajo requiere tiempo y dedicación. Pero para seguir financiándote va a querer estar seguro de que no has malgastado su dinero ni su tiempo y que estás haciendo todo lo posible para progresar y alcanzar tu objetivo. Es muy importante que cuando tengas tu reunion anual con el inversor seas completamente honesto con él. Especialmente respecto a lo que no te salió bien este pasado año. Aunque pueda resultarte muy incómodo admitir tus fracasos, el inversor quiere escucharte hablar de ellos. Él tiene mucha experiencia y sabe que para que no repitas esos errores en el futuro no hay mejor formula que verbalizar tus errores y admitirlos frente a él. Y si no eres capaz de admitir tus errores o no puedes verbalizar tus fracasos, es probable que repitas esos errores y desperdicies otro valioso año. Y en ese caso te convertirías en “una inversión de alto riesgo”. Si eso sucede, el inversor podría considerar retirar su financiamiento. Por lo tanto, es esencial ser honesto acerca de tus errores y así contar con su apoyo y renovar tu contrato por un año más.
Estamos a pocas horas de Rosh HaShana, el día que conmemora la creación de la humanidad. Nuestros Sabios explicaron que en este día, el aniversario de la creación del hombre, el Creador examina a cada ser humano. Uno por uno. Y decide si merecemos o no merecemos ser “inscriptos en el libro de la vida”, es decir, si nos va a dar la oportunidad de concedernos un año más de vida. Esta es la idea fundamental de Rosh HaShaná. Cuando escuchamos el Shofar comienza el juicio. Nuestra primera misión es reconocer al Juez (o Rey, que en el antiguo Israel era la misma entidad) y aceptar Su autoridad sobre nosotros. Reconociendo que nuestra vida depende completamente de Él. Es un momento de estremecimiento. De muchísima solemnidad. Cuado escuchamos el Shofar no debemos pedir por nuestras vidas o necesidades. Como explica Maimonides, el Shofar debe “despertarnos” de nuestro letargo y recordar que en este momento es Dios quien nos está pidiendo algo: que seamos responsables por lo que hicimos y por lo que vamos a hacer. Cuando suena el Shofar debemos escuchar la voz de nuestro Creador que nos está preguntado: «¿Qué has hecho con la vida que te regalé y con los generosos recursos que te he concedido este último año? ¿Cómo has utilizado tu tiempo, tu prosperidad, tu inteligencia y tus talentos? ¿Has aprendido de los errores que cometiste el año anterior? ¿Te has dado cuanta de cuantas oportunidades de hacer las cosas bien perdiste? Cuando escuchamos el Shofar no es el momento de pedir perdón. El tiempo para pedir perdón es durante los 7 días posteriores a Rosh HaShana, y especialmente en Yom Kippur, que por eso es conocido como “el día del perdón”. Ese día presentaremos nuestros argumentos más sólidos para apelar un posible veredicto negativo que haya sido emitido en Rosh HaShana y convencer al Inversor / Creador que somos una inversión rentable. Y que si no lo fuimos el años pasado, lo seremos este próximo año.