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I ❤️ ISRAEL: El muro occidental y el síndrome de la lámpara de Aladino

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Me encuentro en Bak’a, un hermoso vecindario en Yerushalayim. El Shabbat pasado, mi esposa y yo decidimos ir a rezar Minjá al Kotel, el Muro de los Lamentos.  Es una caminata larga, de un poco más de 45 minutos. Jerusalem,  en verano puede ser muy calurosa,  pero a esa hora , alrededor de las 18:15 , no hacía tanto calor, se empieza a notar la brisa fresca, característica de esta ciudad, que alababa Naomi Shemer en Yerushalayim shel Zahav, la frescura del «aire de montaña claro como el vino, mezclado con un aroma de pino, que trae el viento del atardecer».  Ni bien llegue a la explanada del Kotel,  encontré un Minyan a Minjá que justo acababa de comenzar y me uní a ellos. Una vez que terminamos , alrededor de las 19:30 p.m., me acerqué un poco más al muro tomé una silla blanca de plástico. El frente del muro, estaba lleno, no había espacio. Así que esperé unos minutos sentado hasta que quedó libre un rinconcito justo al lado de las piedras. Me acerqué y las toqué.  Es un momento de eternidad. De conexión con el pasado milenario de Israel.  Con el Bet haMiqdash, con el Rey David y con el heroicos pasado más cercano que los heroicos  soldados de 1967 supieron conseguir.  La magia de las piedras comience entonces cerré los ojos y comencé mi plegaria personal. Dejé que las piedras obren su  magia, cerré mis ojos y me imaginé, sin visualizarLo,  que estaba frente al Rey De Reyes, el Creador, BARUJ HU. Entonces me puse a rezar.   Obviamente este tipo de rezo es privado y íntimo.  Pero me gustaría compartir con Ustedes la parte no privada de mi experiencia, que a lo mejor le puede servir a alguien más.

Les cuento. Hasta hace unos años atrás, cuando visitaba el Kotel, lo primero que solía hacer era pedirle a Dios por mis padres, z»l, por mi esposa, por mi familia, por mi propia salud, por un sustento digno (parnasá), etc. Estar frente al Kotel es reencontrarse con Boré Olam (El Creador), «frente a frente», en su propia casa, e instintivamente mi primer impulso era el mismo de los miles de personas que llegan a cada cada dia para rezar o escribir un mensaje en un papelito (tema para para  conversación): pedirle ayuda a Quien todo lo puede conceder.

Pero desde hace algunos años, creo que una vez que B»H sobreviví mi cáncer, cambié de planes. A veces las dificultades que pasamos nos ayuda a tomar más conciencia del famoso «vaso medio lleno o medio vacío». Y me di cuenta de que mi vaso –al igual que el de la mayoría de todos nosotros– está mucho, pero mucho más lleno que vacío… Al pensar así, uno toma conciencia que en lugar pedirle a Dios por un millón de cosas, tendría que consagrar este primer reencuentro con Dios para darle las gracias por todo lo que me dio y da.  Esto también es «rezar». De hecho, alabar a Dios o agrdecerel es la esencia  del rezo judío. les recuerdo que esa palabra que en español tiene tanto peso negativo, «judío», en hebreo se dice «Yehudí», el patronímico de «Yehudá», que a su viene de la palabra «Todá»= gracias. Es decir, que «judío», en hebreo, significa literalmente : «agradecido», el individuo que se acuerda de Dios en primer lugar para agradecer, ¡no para pedir!

Desde ese momento tomé un poco más de conciencia de «quién realmente le debe a Quién», y allí es cuando me acordé del genrio de la lamapara magica de Aladino. 

HASHEM vs EL GENIO DE ALADINO

La escena más famosa en el cuento de Aladino –el ladrón de Bagdad que se convierte en un príncipe– es cuando el ladrón de Bagdad encuentra la misteriosa lámpara, la frota y de pronto, se encuentra   «frente a frente» con un genio que aparece desde adentro de la lámpara. Aladino tiene miedo de ese ser sobrenatural que parece tan poderoso. Pero para su sorpresa –y su fortuna– el genio no solo que no tiene la intención de dañar a Aladino, todo lo contrario: ¡le ofrece cumplir 3 deseos! Ahora Aladino solo tiene que decidir QUE pedirle al genio.

Me puse a pensar sobre este cuwnto y me di cunta que a avees, eseiclmnte cuando venims al Kotal y «hacemso prenste q dios» en nustros crazones, no actuamos dirfetete a lo que hizo Aladino en el genio.

que por lo menos la primera vez que voy al Kotel, me tengo que olvidar de lo que necesito pedir (a menos que sea algo urgente) y concentrarme en todo lo que tengo para agradecer.

Desde entonces, elegí una plegaria que recito muy lentamente, pensando y profundizando en cada una de sus palabras: Nishmat Kol Jay, la oración que concluye los Pesuqué Dezimrá durante la plegaria de los sábados y festividades por la mañana. En esta Tefilá no hay ninguna palabra o expresión de pedidos o ruegos a Dios. Trata exclusivamente de un tema: el infinito agradecimiento a Boré Olam, el Creador, alabando a Dios por todo lo que hizo y hace por nosotros constantemente, y que quizás no sabemos apreciar.

La plegaria judía, por cierto, cumple con su misión cuando le permitimos que nos inspire. Y Nishmat Kol Jay está hecha justamente para eso: para abrirnos los ojos y ayudarnos a tomar conciencia de todos lo que constantemente recibimos del Creador y que damos por sentado. Así, cuando terminé Nishmat Kol Jay y aún «poseído» por su poética influencia, comencé mi plegaria personal y repasé uno por uno los nombres de cada uno de mis hijos, sus esposos o esposas y cada uno de mis adorables nietecitos. Al susurrar sus nombres, los visualicé y dije «gracias a Dios» o en hebreo «BARUJ HASHEM».

Cuado digo esta Tefilá me deja con un gran sentido de agradecimiento y valoración. Y este agradecimiento, cuando es un poco más permanente, se transforma en algo que alimenta nuestra sensación de alegría y felicidad. Te hace sentir mejor.

Una parte de la Tefilá / poesía: Nishmat Kol Jay:

Aunque nuestra boca estuviera llena como el mar de canciones y nuestra lengua se llenara de música como la multitud de sus olas, y nuestros labios se multiplicaran en alabanzas como la amplitud de los cielos, y nuestros ojos brillaran de devoción como el sol y la luna, y nuestras manos se extendieran hacia Ti como las águilas que abren sus alas en el cielo y nuestros pies fueran ligeros para dirigirnos hacia Ti como los ciervos, aún así no podríamos agradecerte suficientemente, HaShem nuestro Dios y Dios de nuestros antepasados, y no alcanzaríamos a bendecir tu Nombre por una de las miles de miles y decenas de miles de milagros, flores y maravillas que realizaste por nuestros antepasados y por nosotros… Nos redimiste de Egipto, Hashem nuestro Dios, y nos liberaste de la casa de la esclavitud. En tiempos de hambre, nos alimentaste, y en la abundancia nos sustentaste. Nos salvaste de la espada de nuestros enemigos, de las plagas y de las enfermedades graves nos has curado… Por lo tanto, cada órgano que nos otorgaste y el espíritu y el alma que insuflaste en nosotros, y la lengua que pusiste en nuestra boca, te agradecerán, te bendecirán y te alabarán, glorificarán, exaltarán y venerarán… Santificarán y proclamarán alabanzas a Tu Nombre, nuestro Rey.

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