jueves, noviembre 21, 2024
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¿Cómo mejorar tu calidad de vida?

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  Este Shabbat leeremos dos secciones de la Torá: Tazria y Metzorá. Uno de los temas más discutidos en estas dos secciones es el de tzara’at, que es una enfermedad o afección (neg’a) generalmente asociada con la lepra. Una vez diagnosticada esta enfermedad, se procedía a aislar al individuo y ponerlo en cuarentena hasta su curación. Los Sabios aprendieron del caso de Miryam, la hermana de Moshé, quien contrajo el Tzara’at, que seguramente existe una relación entre el tzara’at y el hablar mal de otras personas, lo que se conoce como Lashón Hara, es decir, hablar mal de otras personas. Ya que estos individuos que se entregan a la adicción del chisme y el discurso detructivo deben ser «aislados» para que su proceder no se «contagie» y su ejemplo no llegue a «normalizarse» en la sociedad judía.

Presentamos aquí una breve reflexión sobre una de las maneras de evitar el Lashón Hara, de acuerdo a las enseñanzas de Pirkei Abot.

והוי דן את כל האדם לכף זכות

«Yehoshua ben Perajiá solía decir: hazte un maestro, adquiere un amigo,
y juzga a los demas con el beneficio de la duda.  «

Juzgar a los demás con el beneficio de la duda es una Mitsvá de la Torá. ¿Dónde aparece esta Mitsvá? En el libro de Vayiqrá 19:15 dice: betsedeq tishpot ‘amiteja, «con justicia juzgarás a tu prójimo». Los Jajamim explicaron así este importantísimo precepto:

Hay 3 categorías de personas: el hombre justo, el hombre malvado y el hombre medio. El justo o tsadiq es aquel que tiene un record impecable de buenas acciones. Estas personas, que son más ángeles que humanos, no son la mayoría. Serán entre el 1% y el 5% del total. En el otro extremo tenemos a los verdaderos malvados, resha’im, aquellos individuos egoístas, con malas intenciones y con un prontuario y un record que los condena. Estimo que también se trata de máximo un 5% de la población total (el libro «The sociopath next door», afirma que los sociópatas son el 4% de la población). Y luego tenemos a las personas promedio: todos nosotros, que por lo general tenemos intenciones nobles, hacemos cosas buenas, pero también tenemos nuestros defectos: algunas veces nos comportamos con altruismo y otras veces con egoísmo. Las personas con una moralidad promedio seremos el 90% de la población.

La Torá dice así:

  1. Al hombre justo, al tsadiq, tienes que juzgarlo con indulgencia. Incluso si no estás seguro si actuó bien o mal, o cuando percibas una situación sospechosa pero no tengas todas las evidencias frente a ti: no lo condenes en tu corazón. Júzgalo con generosidad. Positivamente. Otórgale el beneficio de la duda.
  2. Al malvado, al que ya tiene un record de actuar con maldad deliberada, no le puedes dar el beneficio de la duda mientras no se arrepienta porque su proceder te puede afectar. Debes ser desconfiado de una persona realmente malvada, aun cuando parezca que quiere hacer algo noble (sobre este punto hablaremos más adelante).
    1. ¿Y qué pasa con el individuo promedio? Con la mayoría de nuestros amigos, familiares, conocidos, etc., la Torá indica que a la persona media debes juzgarla como si se tratara del «tsadiq», de un hombre absolutamente justo, y otorgarle el beneficio de la duda, a menos que tengas claras evidencias de lo contrario. En otras palabras, esta Mitzvá, «con justicia juzgarás a tu prójimo», se debería leer más o menos así: «Juzgarás a tu prójimo (al hombre promedio) al igual que juzgas al justo (al Tsadiq)». Así, de acuerdo a la Torá, debemos juzgar con indulgencia ¡a la gran mayoría de las personas!

    Otorgar a los demás el beneficio de la duda tiene sus grandes beneficios.

    En primer lugar, porque «Con la misma vara que juzgamos a los demás, seremos juzgados por Dios». ¿Cómo queremos ser juzgados por HaShem, luego de 120 años? ¿Esperamos que nos juzgue con severidad, o con indulgencia? Seguramente pretendemos que el Juez Supremo siempre encuentre un atenuante, una justificación para nuestros errores… Los Jajamim explican que HaShem nos juzgará con la misma vara que usamos para juzgar a los demás. Si aprendimos a juzgar a los demás con el beneficio de la duda, así seremos juzgados por Él. Y algo más: no solo Dios nos juzgará como juzgamos a los demás, por lo general nuestros gestos y actitudes se reflejan, son imitados por la gente que nos rodea. Si quieres que las demás personas te juzguen con indulgencia, que no se apresuren a sospechar de ti, que no te condenen antes de tener toda la información en mano, entonces aprende a juzgar a los demás con el beneficio de la duda. Cuando uno otorga el beneficio de la duda a los demás, también lo recibe de los demás.

    Finalmente, juzgar con el beneficio de la duda es el mejor antídoto para evitar el LASHON HARA. Cuando hablamos mal de otras personas es porque pensamos mal de esas personas. Muchas veces escuchamos un comentario destructivo sobre otro individuo y simplemente «lo creemos» y lo repetimos, aunque muy posiblemente no tengamos evidencia ni sepamos toda la historia completa y todas las versiones de la historia. Si aprendemos esta gran Mitzvá de otorgar a los demás en nuestro corazón el beneficio de la duda, nos cuidaremos mucho más de no escuchar, no creer y especialmente no repetir comentarios negativos sobre los demás. Así evitaremos el LASHON HARA y nuestra calidad de vida será infinitamente más positiva.

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