Purim y el genocidio que no fue

En pocos días celebraremos la festividad de Purim, recordando una vez más que hace unos 2500 años HaShem nos salvó del exterminio total. En varias ocasiones, los judíos estuvimos amenazados por diferentes pueblos, como si estas amenazas o condenas fueran algo esperable, común y que no merece ser cuestionado. Sin embargo, lo que caracterizó al evento de Purim fue que en ese momento TODOS LOS JUDIOS DEL MUNDO vivíamos bajo un mismo “techo”: el imperio persa. En el año 475 antes de la era común, Hamán, el primer ministro del Imperio Persa y mano derecha del emperador persa Ajashverosh (Xerxes o Jerjes), emitió un decreto real que ordenaba asesinar a todos los judíos del Imperio, prometiendo a aquellos que participaran de las masacres quedarse con todos los bienes de los judíos. Hubiera sido, Dios libre, el primer Holocausto. Aclaro que nunca uso esta palabra «Holocausto» con ligereza. Y reitero que a diferencia de 1940, en los tiempos de Ajashverosh, TODOS los judíos del mundo vivían en el mismo Imperio. Purim, entonces, iba a ser la «solución final» con la que todo antisemita soñó. Como se puede apreciar en el mapa, el imperio persa (en color verde) incluía, entre otros países, Egipto, Turquía y también Yehudá o Yerushalayim, donde en ese momento vivían unos 50.000 judíos. De hecho, no había judíos fuera del imperio persa. En ese sentido, el pueblo judío nunca estuvo tan cerca de ser completamente eliminado. Es importante conocer este dato histórico para comprender la magnitud del milagro de Purim.

¿CUÁNDO TODOS LOS JUDÍOS FUIMOS PERSAS? Pero, ¿cuándo y cómo llegamos a convertirnos en ciudadanos del Imperio Persa? Después de salir de Egipto, los Yehudim vivimos por aproximadamente 800 años como pueblo soberano en la Tierra de Israel. En el año 586 a.e.c., el emperador de Babilonia, Nebujadnetsar, conquistó Yerushalayim. Cientos de miles de judíos fueron asesinados o murieron de hambre o enfermedades. El Bet haMiqdash, o Gran Templo de Jerusalén, fue destruido y más de 50.000 judíos fueron tomados como cautivos y llevados a Babilonia. En el año 539 a.e.c., Ciro (llamado en hebreo Koresh) derrotó y conquistó el imperio babilonio y se proclamó como el primer emperador del Imperio Persa. En el año 538 a.e.c. ocurrió un enorme milagro: el Emperador Persa, inspirado por Dios, como él mismo lo admitió, invitó al pueblo judío a regresar a Yerushalayim y reconstruir el Bet haMiqdash. Este gran evento está registrado en las últimas palabras del Tanaj, la Biblia hebrea (ver abajo). Miles de judíos llegaron a Israel liderados por Zerubabel y en al año 516 a.e.c, luego de 70 años de exilio, tal como lo había profetizado Yirmiyahu, comenzó la reconstrucción del segundo Bet haMiqdash. Con el tiempo la población judía de Israel siguió creciendo y en los tiempos de Purim, en la primera mitad del siglo V a.e.c. vivían en Israel no menos de 50.000 judíos.

LA DIÁSPORA VOLUNTARIA
Pero no todos los judíos residían en Israel. Tal como lamentablemente ocurre en nuestros días, aunque todos podían vivir en Israel, la mayoría de los judíos seguía viviendo fuera de Israel. ¿Por qué? Porque el imperio Persa fue el imperio más grande que existió en la historia de la humanidad, y eso le brindó a los judíos la oportunidad de establecer una red de comercio internacional que resultó muy exitosa. Los judíos se dispersaron por todos los confines del Imperio Persa y llegaron hasta lo que hoy en día es el límite entre India y China. Aprovechando que las rutas comerciales estaban protegidas por la guardia imperial persa montaron una red de comercio internacional dedicada a la exportación e importación entre Indochina y occidente. A través de la famosa “ruta de la seda”, también protegida por guardias imperiales, importaban seda y oro de la China y exportaban especias, colorantes, jade, lapislázuli, y vidrio.
LOS PRIMEROS BANQUEROS FUERON JUDIOS
El hecho de que los judíos estaban, como lo confirmó Hamán (M. Ester 3:8) “diseminados entre todos los pueblos del imperio Persa” facilitaba muchísimo este tipo de comercio internacional, y les permitió a los Yehudim establecer una nueva industria, en la cual también se destacaron: el crédito. Un documento escrito (en hebreo) por un judío de Turquía podía ser cobrado en la India, al ser presentado a otro judío que vivía allí. Y de esa forma los que comerciaban con los judíos, evitaban el enorme riesgo de trasportar dinero, plata u oro a través de cientos o miles de kilómetros. Hay testimonios arqueológicos fascinantes sobre una familia judía de “banqueros” de esa época, los Murashu (para más información, ver aquí).
Todos estos datos son importantes para entender
1. Que los judíos vivíamos voluntariamente esparcidos por todos los confines del imperio Persa.
2. Que como resultado del éxito de sus comercios, los Yehudim no pensaban por el momento regresar a Israel. Aunque cabe destacar que apoyaban económicamente a Israel enviando permanentemente generosas donaciones para el Bet haMiqdash y para los Yehudim que allí residían. 3.Que el edicto de Hamán no afectaba solo a los judíos de una ciudad o un país. En Purim celebramos que milagrosamente, se evitó la eliminación de todos los judíos del mundo.