SHEMOT: La historia de la envidia
Terminamos el libro de Bereshit, y esta semana comenzamos el libro de Shemot. La historia es más o menos conocida. Bereshit cuenta cómo se formó la primera “familia” judía, bene Israel , mientras que el libro de Shemot nos cuenta cómo se formó el “pueblo” judío, am Israel.
La Torá no es un libro común. Entre las cosas que hacen que la Torá sea un libro único es que “detrás” de la trama principal se esconden sub-historias entretejidas con la trama principal, pero de alguna forma independientes de ella. Les cuento una. Hermandad vs.envidia.
La tensión entre hermanos ya se nota desde el comienzo, Cain y Abel. En este caso la envidia se genera por la atención Divina. HaShem aceptó el sacrificio de Abel y rechazó el de Cain. Y Cain, en lugar de esforzarse para hacerlo mejor como le sugirió su creador, decidió que era más fácil matar (literalmente!) a la competencia.
Veinte generaciones después, Yishma’el, de acuerdo al Midrash, trató de matar a su hermano Isaac, el favorito de Abraham.
Los hijos de Isaac, Ya’aqob y Esav, que eran mellizos, compiten desde el vientre materno por la primogenitura. Después de lo que sucedió con la bendición de Isaac, Esav amenaza de muerte a Ya’aqob. Al final hay una reconciliación, pero para que la fraternidad se mantenga, los hermanos, irónicamente, tienen que vivir separados.
El punto máximo de tensión entre hermanos llega con los hijos de Ya’aqob. Yosef, que goza del favor de su papá, despierta la envidia de sus hermanos. Y esta envidia se transforma en odio. Y este odio en planear el asesinato de Yosef. Al final, terminan vendiéndolo como esclavo, que era casi una sentencia de muerte, y lo dan por “desaparecido”.
Después de 20 años, los hermanos expresan su arrepentimiento por lo que hicieron y en un enorme acto de altruismo Yosef los perdona. Y así, aparentemente, se cierra el capítulo de envidia y resentimiento entre hermanos que comenzó con los primeros habitantes de la tierra.
Pero Bereshit aún no terminó. Y la historia de la hermandad continúa. Pero ahora va en ascenso. Los últimos hermanos mencionados en Bereshit son los hijos de Yosef: Efraim y Menashé. Por primera vez es el abuelo y no el padre el que les otorga la primogenitura y decide a quién le corresponde. Ya’aqob los bendice “poniendo a Efraim, el menor, antes que al mayor, Menashé”.
Y cuando parece que las heridas se van a volver a abrir, y que Menashé va a amenazar, matar o vender a Efraim… nada de eso sucede. Menashé, a pesar de tener razones para envidiar a su hermano, que ahora es más o tiene más que él, vive en paz con él. Por primera vez el amor entre hermanos superó el poder de la envidia. Menashé pasa con éxito la prueba de la envidia fraternal y así termina el libro de Bereshit (digamos de paso que por esta razón bendecimos a nuestros hijos con la bendición de Efraim y Menashé. Para desearles que aparte de buenos hijos, sean también buenos hermanos).
Ahora comienza el otro libro, Shemot. Que también tiene sub-historias entretejidas con la historia principal. La historia principal cuenta que Moshé es asignado como el enviado de HaShem para rescatar a Israel del cautiverio. Moshé pide ayuda para su misión y HaShem le envía como asistente a … ¡su hermano Aharón! Esto es un gran problema potencial Aharón es el hermano mayor. Y según las normas de esos días Aharón debería ser el líder de la familia, para lo que fuera necesario…. Ahora en cambio, Aharón va a ser el asistente de Moshé, su sombra…
Ahora todos sospechamos que la envidia se va a sobreponer a la hermandad. Los más optimistas pueden suponer que Aharón no se va a enfadar. Y que siguiendo los pasos de Menashé, controlará su envidia.
Pero la Torá nos tiene reservada una sorpresa, muy hermosa.
La reacción de Aharón no tenía precedentes y nos demuestra lo mejor del ser humano. Aharón no sólo que no envidia la posición de Moshé. Aharón se alegra por Moshé! וראך ושמח בליבו, “Y cuando Aharón te vea, se alegrará en su corazón”.
El libro de Bereshit comenzó con el fratricidio: un hermano matando al otro. Y progresó hasta llegar a la harmonía fraternal ¿Qué podría ser más elevado que la aceptación del éxito del otro? Aharón cambia la historia de la rivalidad entre hermanos en 180 grados. Y nos regaló una de las lecciones más hermosas de la vida. Alegrarse por el éxito de un hermano. Aprender a estar felices de la felicidad del otro.
Shabbat Shalom!