En el mundo académico judío se enseña Biblia, arqueología Bíblica e historia judía antigua. Pero hay un fenómeno del cual mucho no se habla: la relación “edipal” entre muchos académicos judíos y los textos judíos que enseñan. En esta relación, el texto (que representa a Su autor) es el padre que debe ser eliminado. La forma de eliminarlo es la mistificación de estos textos que se hace cuestionando su credibilidad y valor histórico. Esta actitud anti-texto, y digo esto con mucho dolor, es característica de la gran mayoría de profesores universitarios, con excepción de la universidad de Bar Ilán, y algunas otras universidades del mundo. A ojos de estos estudiosos, “el texto bíblico es falso hasta que se demuestre lo contrario”, algo que obviamente ninguno de ellos se preocupa por hacer. Y lo mismo ocurre con las “interpretaciones” que se les da a los descubrimientos arqueológicos, que siempre apuntan hacia el mismo lado: desmentir a la Torá. Las verdaderas razones de esta patética actitud hacia las fuentes judías no deben ser examinadas en la facultad de historia o arqueología, sino en el departamento de psicología. Parece ser parte de un auto-odio judío, una actitud autodestructiva que se manifiesta de varias maneras diferentes. Hoy quiero presentar —y desmentir– un par de famosos ejemplos de esta retórica académica.
Este Shabbat comenzaremos a leer el libro de Shemot, Éxodo. Y nos iremos acercando a la historia fundacional del pueblo judío: la salida de Egipto. Los judíos edipales afirman que la salida de Egipto no sucedió. Unos años atrás, un líder rabínico conservador, David Wolpe, que dirige una importante comunidad Sefaradí en Los Ángeles, California, hizo una famosa declaración ante su numerosa congregación en la festividad de Pésaj: “la salida de Egipto no es un hecho histórico: es un mito”, sentenció (ver aquí. https://www.latimes.com/archives/la-xpm-2001-apr-13-mn-50481-story.html).
Las implicancias de esta afirmación son tremendas: si la historia fundacional judía es falsa, la Torá no es un libro dictado por Dios, sino un texto mitológico, sin credibilidad ni relevancia. Si la Biblia no es un libro Divino, ¿por qué me tiene que importar lo que algunos escritores mitológicos escribieron 3500 años atrás?
Para negar el Éxodo, Wolpe se basó en las palabras del jefe del departamento de arqueología de la universidad de Tel Aviv, Israel Finkelstein, “los judíos no estuvieron en Egipto, el cautiverio no existió, el Éxodo nunca ocurrió”.¿Qué pruebas contundentes se utilizaron para desmentir el relato bíblico del éxodo de Egipto? ¿Cuáles son los argumentos que llevaron a esta y a otras personas a esa tremenda aseveración de tan largo alcance? “La ausencia de restos arqueológicos”, dijo Finkelstein. Si 2 o 3 millones de personas hubieran deambulado por el desierto por 40 años, tendríamos que encontrar, por ejemplo, vasijas de arcilla, de esa travesía. ¡Y no se encontró nada!
Hay dos elementos que hacen que este argumento sea académicamente insostenible. En primer lugar, en arqueología hay una regla de oro, que los profesores judíos edipales no parecen conocer: “Absence of evidence is not evidence of absence”, “que no se encuentre evidencia material sobre algo, no es suficiente evidencia de que eso no existió”. Es como descreer del descubrimiento de América porque no se encontraron los restos arqueológicos de la Pinta, la Niña y la Santa Maria. Pero hay un segundo argumento que todavía más sólido y definitivo.
Así escribe el profesor Elliot Friedman, de la universidad de NY:
“[Wolpe y otros] afirman que se ha rastreado el desierto de Sinaí y no se ha encontrado ninguna evidencia de la masa de millones de personas que la Biblia dice que estuvieron allí durante 40 años. Esa afirmación simplemente no es cierta. No ha habido muchas excavaciones importantes en el Sinaí, y ciertamente no se pudo haber rastreado lo suficiente … Descubrir objetos enterrados hace 3.200 años es una tarea imposible, especialmente en el desierto de Sinaí. Un colega israelí me contó entre risas que un vehículo que se había perdido en la guerra de Yom Kippur en 1973 fue descubierto recientemente bajo ¡16 metros de arena!. ¡En 40 años se acumularon 16 metros de arena! “ . Piensen cuántos kilómetros de arena hacia abajo tendrían que excavar para empezar a buscar algo.
Y aquí me pregunto otra vez: este simple problema, ¿no lo conoce o no lo tiene en cuenta alguien como David Wolpe? ¿O lo sabe e igual dice lo que dice porque asume que su audiencia no es lo suficientemente experta en arqueología o en la topografía del desierto de Sinaí? Sobre los motivos positivos de Finkelstein y otros arqueólogos israelíes ver nota aquí *.
Espero que ahora haya quedado más claro porque describí esta actitud anti-texto como “edipal”.
Hay un segundo argumento, también muy poco sólido, que trata de desmentir la salida de Egipto. El número de judíos que salieron de Egipto, de acuerdo a la Torá, fue de 603.550 hombres mayores de 20 años y sus respectivas familias. “Este número es imposible de aceptar” dicen los nihilistas. Y ¿por qué es imposible de aceptar?
Escuchemos a los expertos: “Alguien calculó hace mucho tiempo que si ese número de personas, [2 millones y medio] estuvieran marchando por el desierto … Entonces cuando los primeros llegaran al Sinaí, ¡la mitad de la gente todavía estaría en Egipto!”
Es decir, no se puede concebir que una masa humana de 2 millones de personas se desplace y movilice en un área que se extiende por 150 o 200 km.
Y la verdad es que nunca me puse a pensar en la falta de méritos de este argumento hasta que Argentina salió campeón del mundo y vi las fotos y los videos de la marea humana que se movilizaba por la 9 de Julio y la autopista Ricchieri. Había en esa zona, de unos 15 o 20 km y relativamente estrecha, entre 3 y 5 millones de personas, según el diario que uno lea. ¡Y la verdad es que lo primero que me vino a la cabeza cuando vi esas fotos fue que—guardando las distancias entre los dos eventos— estaba presenciando las imágenes de un grupo humano que en su número era similar al del Éxodo de Egipto! Entendí lo que en ese entonces dijo el rey Balaq cuando desde lo alto de la montaña vio a las multitudes de Israel y declaró: hine jisa et ‘en haarets, es decir, “este pueblo es tan numeroso que ha cubierto la superficie de la tierra”, es decir, desde la montaña, Balaq no podía ver ni un tramo de terreno vacío. Como en la imagen de la marea humana en la 9 de julio el domingo 18 de Diciembre. .
Al ver esas imágenes visualicé por primera vez una imagen más real de la salida de Egipto, que a veces uno la piensa “en dibujos animados”, como una fantasía. Estas imágenes me ayudaron a comprender un poco mejor la magnitud épica de Yetsiat Mitsrayim y la increíble travesía de nuestro pueblo por 40 años en el desierto.
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Bryant Wood, director de Associates for Biblical Research en Maryland, argumentó que la evidencia arqueológica encaja perfectamente bien si la historia se la ubica remonta a 1450 a.e.c. [que es la fecha que la Torá afirma que ocurrió el Éxodo]. Dijo que los indicios de destrucción en esa época en Hazor, Jericó y un sitio que está excavando que él cree que es la ciudad bíblica de Hai, respaldan los relatos de las conquistas de Josué.
También citó la presencia documentada de esclavos “asiáticos” en Egipto que podrían haber sido israelitas, y dijo que no habrían dejado evidencia de su travesía porque eran nómadas [estaban en transito] sin cultura material [no construyeron casas, ni monumentos, y hasta el Templo que construyeron era desmontable] . Pero Wood dijo que no le autorizan publicar su investigación en revistas arqueológicas serias [por el tremendo prejuicio anti-bíblico prevalente en el mundo académico] .
“Hay un claro prejuicio en contra de la Biblia”, dijo Wood.
La visión revisionista de Herzog, Finkelstein y otros, ha sido atacada por varios motivos, desde la lógica defectuosa de su argumento hasta la agendas políticas pro-palestinas de estos académicos que tratan de negar la reivindicación territorial del estado de Israel.