La fragilidad de la ‘arabá
Como explicamos anteriormente, hay dos Mitsvot especiales (de la categoria: halajá leMoshé MiSinai) que se celebraban en Sucot en el Bet haMiqdash. Una de ellas era nisuj hamayim (verter agua sobre el altar, simjat bet hashoeba).
La otra Mitsvá especial era mitsvat ‘araba, «El mandamiento de las ramas de sauce». Esta Mitsvá era independiente de la Mitsvá de las dos ramitas de sauce en las cuatro especies (ארבעת המינים), que están atadas junto al lulab y al mirto.
¿En qué consistía la Mitsvá de la ‘arabá en el Bet haMiqdash? La Mishná dice que había un lugar en las afueras de Jerusalem llamado Motza (que existe hasta nuestros días. Motza se encuentra a las orillas del río «Soreq»). Cada día de Sucot, la gente descendía a Motza y cortaban grandes ramas de sauce (de aproximadamente 6 metros de altura). Estas ramas se colocaban a los pies del altar (mizbeaj), con la parte superior inclinada sobre el altar. Siendo que el altar media 5 metros de alto, las ramas sobresalen un metro sobre la parte superior del altar, en sus cuatro costados .
¡Cada día de Sucot, los Cohanim (y según otras opiniones, también los ancianos de la ciudad) daban la vuelta al altar una vez, marchando con sus lulabim en la mano, y rogando al Todopoderoso «Te suplicamos, Señor, por favor, sálvanos! Te suplicamos, oh Eterno, por favor concédenos el triunfo! «(Ana haShem hoshi’a na; Ana haShem hatzlicha na). En el séptimo y último día de Sucot, Hosha’na Rabba, se daban siete vueltas alrededor del altar.
En nuestros días tenemos la costumbre de dar la vuelta (haqafa) a la ‘bimá’ (la plataforma alta sobre la cual se coloca el Sefer Torá) todos los días de Sucot, con nuestros lulabim y etrogim, en recuerdo a la Mitsvat ‘araba que se celebraba en el Bet haMiqdash. En Hosha’na Rabbá, el domingo por la mañana, rodearemos la bimá siete veces.
Hay un ritual adicional que pertenece a la Mitsva de ‘arabá. Una tradición establecida por los ultimos profetas de Israel, Jagai, Malají y Zejariá, después de la destrucción de nuestro primer Templo. Al final de la Tefilá de Hoshaná Rabbá, mañana por la mañana, tomamos unas cuantas ramitas de ‘araba (la tradición es tomar cinco ramitas, que no pueden ser las que utilizamos con el Lulab) y, sin recitar ninguna bendición, golpeamos estas ramas contra la tierra. Esta antiquísima tradición se llama jabatat (o jibut) ‘arabá.
¿Por qué tanto énfasis en la ‘araba?
Si usted observa las cuatro plantas que tomamos en Sucot, verá que una de las diferencias entre ellas es el tiempo que duran, hasta que se secan o se descomponen.
El Etrog es lo que dura más tiempo; se encoge, pero prácticamente puede durar años sin descomponerse. Le sigue el Lulab, la rama de palmera, que tarda unos meses en secarse (por eso, cuando se horneaban las Matsot en la propia casa se acostumbraba a usar las ramas secas del lulab, agregándolas al horno donde se hacían las Matsot). Y luego están las ramas de mirto o hadasim, que pueden durar unas semanas sin descomponerse. De las cuatro especies, la más frágil y la que más rápido se descompone es la ‘arabá. Las hojas de sauce duran sólo por unos días fuera de sus árboles, con suerte, una semana …
Nuestros rabinos explican que al final de Sucot, el Tribunal Celestial emite el veredicto sobre la lluvia que caerá durante este próximo año (bajag niddonim ‘al hamayim, esta es la razón principal por la cual, siguiendo una costumbre cabalística, se acostumbra a permanecer despierto durante toda la noche en Hoshaná Rabá estudiando Torá).
«La lluvia» es el elemento más crítico para nuestro sustento. E inmediatamente después de la finalización de Sucot, comienza la época de lluvias.
Es posible entonces que la ‘araba viene también a recordarnos nuestra propia vulnerabilidad y nuestra dependencia en la lluvia que HaShem nos envía. Más aún, al golpear las ramas de ‘araba contra el suelo y ver como la ‘arabá se va deshojando con cada golpe, internalizamos nuestra fragilidad. Así, nos damos cuenta de que dependemos totalmente de HaShem para nuestro sustento y prosperidad.