כיצד מתוודה? אומר אנא ה’ חטאתי עוויתי פשעתי לפניך, ועשיתי כך וכך, והרי ניחמתי ובושתי במעשיי,
ולעולם איני חוזר לדבר זה.
La Teshubá, el proceso de arrepentimiento, incluye la confesión o Viduy, es decir, el ejercicio de articular con palabras lo que hicimos mal. Esta confesión se hace en privado. No revelamos nuestros pecados delante de otras personas –un sacerdote o rabino– sino que susurramos nuestras transgresiones sin que nadie más nos escuche. No confesamos nuestros pecados porque pensamos que Dios no los conoce: los decimos porque solo cuando articulamos nuestras faltas estamos listos para reconocerlas y hacernos cargo de las mismas.
Veremos ahora nuevamente el texto del Viduy
ועשיתי כך וכך: «Hice esto y aquello». Maimónides dice que luego de describir de forma general nuestras malas acciones diciendo «Me equivoqué, pequé y me rebelé» debemos describir nuestras transgresiones de manera más específica.
Hay una discusión entre dos rabinos: Cuándo uno recita el Viduy ¿tiene que mencionar en detalle todas sus malas acciones (esta es la opinión de Ribbí Yehudá ben Babá) o simplemente afirmar en términos generales que ha actuado erróneamente (esta es la opinión de Rabbí Aquibá)?.
El Shulján Aruj sigue la opinión de Rabbí Aquibá y dice que es suficiente arrepentirse en términos generales por todas las transgresiones cometidas y no es necesario especificar en detalle lo que hemos hecho mal. Esta posición más transigente tiene como objetivo no desanimar a una persona que quiere arrepentirse pero siente que no es capaz de (o no es lo suficientemente valiente para) recordar todos los detalles de su mal comportamiento. Exigir una confesión detallada «podría cerrar las puertas» de la Teshubá para muchos individuos para los cuales esta sería una misión emocional y psicológicamente muy difícil.
Maimónides, sin embargo, recomienda seguir la primera opinión e indica que uno tiene que mencionar en su confesión privada, dentro de los limites de su memoria, todas las faltas que ha cometido. Una confesión detallada es obviamente más creíble, más seria y más sincera. Imaginemos que un amigo habló mal de nosotros, nos hirió, nos ofendió, nos engañó, y un buen día viene y dice: «Te pido perdón por todo lo malo que hice». Obviamente, una disculpa general no tendrá el mismo efecto en quien la escucha que una conversación un poco más detallada en la cual la persona que me ofendió reconoce un poco meas en detalle el dando que me causó y se hace cargo del mismo. Asimismo, todo padre sabe que no es lo mismo si mi hijo se disculpa en términos generales («hoy me porté mal en la escuela!) que si me cuenta detalladamente lo que hizo mal. Una disculpa detallada es más sincera y más creíble.
Por eso, si bien en términos prácticos es suficiente adoptar la posición de rabbi Aquibá y el Shulján Aruj, si uno puede debe seguir la opinión de Maimónides. Para eso hay que dedicar algún tiempo a una introspección profunda y ejercitar la memoria para identificar nuestras malas acciones. Hay que se capaz de enfrentar el propio instinto de negación (la auto-justificación) y el miedo de sentir culpa o de reconocer que uno ha actuado neciamente.
El texto del Viduy que recitamos en estos días de Selijot nos sirve justamente como un facilitador para este ejercicio y como recordatorio de los temas por los cuales tenemos que arrepentirnos y las areas que debemos corregir.
Si tomamos este ejercicio espiritual con seriedad, deberíamos escribir privadamente una lista de las transgresiones que podamos recordar y leerla en voz muy baja cuando decimos el Viduy durante el mes de Elul y muy especialmente durante Yom Kippur.
Sabiendo que cuanto más recordemos, y más específicos seamos, más seguros podemos estar que HaShem nos perdonará.
A este respecto los rabinos introdujeron esta hermosa idea: En términos de nuestras transgresiones hacia Dios (no hacia otras personas!) Dios nos asegura que Él olvidará, perdonará y nos absolverá por todas las transgresiones que seamos capaces de recordar y confesemos. Y por el otro lado, Dios recordará y NO nos perdonará por todo lo que nosotros negligentemente olvidemos y nos neguemos a aceptar y articular con palabras.