2. Autoestima y humildad
Ayer comentábamos que al estudiar en profundidad la historia de Yosef podemos identificar fácilmente cuáles fueron las características que le permitieron a Yosef triunfar en tan difíciles circunstancias. Yosef llegó hasta la cima desde lo más bajo. De ser un ex-esclavo sentenciado a cadena perpetua por una ofensa sexual que no cometió, llegó hasta lo más alto: ser la segunda persona mas importante del poderoso Egipto.
¿Cómo hizo Yosef para triunfar?
Ayer mencionamos que Yosef tuvo que cultivar su paciencia. Y darse el tiempo para descubrir que muchas cosas que nos pasan o que no nos pasan, pueden resultar, eventualmente, para nuestro bien.
Otra de las razones de éxito de Yosef fue su autoestima.
Ayer mencionamos que uno de los ministros del Faraón fue restituido a la corte. De Yosef no se quiso acordar. Lo borró de su memoria. Hasta que un día el Faraón tuvo un misterioso sueño que lo dejó confundido. El monarca egipcio buscó una solución entre sus adivinos y consejeros, pero nadie podía (o nadie quería) descifrar el sueño del Faraón. Ahora sí el ministro se acordó de Yosef! Y le comentó al Faraón sobre el joven hebreo que había adivinado su sueño. El Faraón manda a buscar a Yosef y lo trae hasta su corte. En la próxima escena Yosef se para frente al Faraón, de igual a igual. Escucha el sueño del monarca. Lo interpreta sin titubeos. Y le ofrece al Faraón un plan de acción para salvar la economía de Egipto durante los próximos años.
¡Fascinante! Hace unas horas atrás Yosef estaba en la cárcel, probablemente limpiando los pisos y los baños del calabozo. Antes de eso, Yosef fue vendido de un amo a otro. Estuvo esclavizado por años. Obligado a realizar cualquier trabajo que le pidieran. Durante muchos años Yosef fue destituido, abusado y humillado. Cualquier individuo, en situaciones mucho menos apremiantes normalmente, se desmoralizaría. Perdería su orgullo, su dignidad y ni hablar de su autoestima. Conozco personas que vivieron situaciones humillantes y que afectaron tremendamente su autoestima. Tengo un amigo que estuvo sin trabajo por varios meses. Y recuerdo cuánto le costó encontrar otro trabajo…. Porque cada vez que iba a una entrevista de trabajo llegaba cabizbajo, derrotado, humillado, sin amor propio. Y nadie quería contratar una persona así… Mi amigo había caído en un círculo vicioso autodestructivo. Esos meses sin trabajar habían creado un impacto muy negativo en su carácter, y ese nuevo «carácter» le impedía progresar y salir adelante.
¿Cómo hizo Yosef para mantener su autoestima en las circunstancias extremas que vivió? ¿Cuál fue su secreto?
Para Yosef, y para un Yehudí, la autoestima no depende del éxito obtenido sino del esfuerzo invertido. Un Yehudí sabe (o debería saber) que nuestra responsabilidad personal consiste en hacer lo mejor posible para lograr nuestros objetivos. Pero el resultado final, si lo logramos o no, no depende de nosotros. Depende de HaShem. Es esta EMUNA, el saber que hay ALGUIEN superior a mi que determina el éxito final de lo que yo emprendo, lo que debe sostener mi autoestima, independientemente del éxito alcanzado o no alcanzado. En el caso de Yosef, irónicamente, no fue su éxito lo que facilitó su autoestima. Fue su autoestima la que facilitó su éxito.
Hay dos cosas que destruyen nuestra autoestima. Primero, cuando pensamos como se piensa en una sociedad materialista y exitista, que mi valor depende del éxito que he alcanzado. Sin importar la calidad del esfuerzo que he invertido. Y así, sólo cuando logro mis más ambicioso objetivos, puedo sentirme bien conmigo mismo. En este escenario, evidentemente, el 99% de la gente sufrirá de baja autoestima.
En segundo lugar, lo que puede afectar mi autoestima, es saber que no hice lo suficiente. Que fui perezoso. Que no obré con integridad, etc. Todo esto crea una «culpa» real. Y probablemente no hay nada que afecte tanto nuestra autoestima como el sentimiento de culpa….
Pero cuando yo sé que hice todo lo posible para alcanzar mis objetivos y obré con integridad, me debo sentir muy bien conmigo mismo. Por años, Yosef pudo mantener su autoestima porque juzgó su propio valor por el esfuerzo que él invirtió en todo lo que hizo. Sabía que de su parte había hecho todo lo posible. Se condujo con integridad y honestidad. Trabajó duro. Hizo todo lo que estaba en sus manos hacer. Y eso mantuvo su autoestima elevada.
Yosef sabía que el éxito nunca está garantizado. Es una prerogativa divina. וכל אשר הוא עושה , ה’ מצליח בידו. El resultado final, para Yosef, no condiciona la autoestima. Ya que éste, en definitiva, depende exclusivamente de HaShem.