La diferencia entre Auschwitz y Jerusalem
“Más de 40 líderes mundiales se reunieron en Jerusalén para honrar a las víctimas el exterminio nazi, en el 75 aniversario de la liberación del campo de concentración Auschwitz-Birkenau”.
Pregunta: ¿Cuál es la palabra más importante de este título periodístico?
Respuesta: “en Jerusalén”
Me explico. Los más importantes líderes del mundo convergieron en Jerusalem en lo que fue el evento diplomático de mayor envergadura en la historia del Estado de Israel. Pero algunos brillaron por su ausencia. No me refiero a Irán o a los países árabes. Me refiero a Polonia. El gobierno polaco quería que la conmemoración de la liberación de Auschwitz, donde fueron asesinados mas de 1 millón de judíos, tuviera lugar en Auschwitz. Auschwitz se encuentra en el distrito de Oświęcim que es territorio polaco. Allí también hay monumentos y un museo recordatorio (ver aquí ) donde según el gobierno polaco se debería haber llevado a cabo la ceremonia recordatoria.
¿Cuál es la diferencia entre celebrar la liberación de Auschwitz en Auschwitz o en Jerusalem, en Yad Vashem?
La conmemoración en el museo de Auschwitz hubiera significado un gran honor hacia los muertos. Los visitantes podrían haber observado en directo el horror de los trenes de la muerte. O las famosas pilas de miles y miles de valijas en las que los prisioneros traían sus valiosas posesiones, de las cuales eran inmediatamente despojados. O los trozos quemados de los libros de Torá, que algunos judíos habían cargado con ellos hasta el campo, arriesgando sus vidas. En Auschwitz los principales mandatarios del mundo hubieron experimentado todo lo que los nazis hicieron para matar a los judíos y destruir su Torá.
En Jerusalén los visitantes vieron algo muy diferente. En Israel viven los hijos y los descendientes de los sobrevivientes de Auschwitz y de la Shoa. Que, por ejemplo, construyeron en Jerusalem un modernísimo tren tranvía que atraviesa la vibrante ciudad. Los honorables visitantes vieron a los miles de pasajeros que diariamente toman esos trenes hacia sus trabajos, sus quehaceres o sus hogares.
En Jerusalem también vieron que hay judíos rubios, castaños, morenos o negros. Y que hablan francés, español, ruso y hebreo. Vieron que millones de inmigrantes judíos llegaron con sus valijas para quedarse en la tierra de sus antepasados, y que ya nunca más abandonaran.
Los visitantes también vieron que en Jerusalén la Torá no está en pedazos, ni quemada, ni en un museo. Está viva. Se escucha en todas sus calles, sus esquinas y sus mercados. Guía los pasos, las acciones y los pensamientos de millones de habitantes de Israel. Y su voz resuena no en latín sino en su hebreo original. Y más fuerte que nunca.
Conmemorar la liberación de Auschwitz en Yerushalayim es un poderoso mensaje. El pueblo de Israel no está en un museo. Se levantó de las cenizas de Auschwitz y vive ahora en la calidez de la tierra que Dios destinó para su pueblo.
Rab Yosef Bittón