Janucá y la guerra civil judía
Estamos acostumbrados a escuchar que la historia de Janucá marca el triunfo de los judíos contra los griegos. Y esto es verdad. Pero no es “toda” la verdad. Estoy leyendo un libro llamado “The Historian’s Hanukkah” que analiza, entre otras, la opinion de Elias Bickerman, un experto en la historia judía en el periodo helénico. Bickerman nos invita a descubrir un elemento más, no muy alentador por cierto, pero creo que importante: la historia de Janucá, la rebelión de los Jashmonayim, no comenzó como una reacción contra el enemigo griego sino contra los judíos que lideraban un movimiento asmilacionista. La historia de Janucá puede ser vista tambiéncomo una trágica guerra civil. Cito la dolorosa conclusión de este historiador. “Antiojus [el monarca griego que encabezó la persecución y matanza de los judíos YB] no hubiera perseguido a los judíos por sus creencias religiosas, si los sacerdotes [asimilacionistas] de Jerusalem no le hubieran pedido que lo hiciera para apoyar sus reformas helenistas”.
Veamos.
ALEJANDRO MAGNO
Cuando Alejandro Magno derrotó al imperio persa, en el año 332 AEC, su actitud hacia los vencidos fue muy diferente a la de otros vencedores antes que él. Alejandro incorporó soldados y generales persas a las filas de sus ejércitos. Y realizó un famoso “casamiento colectivo” en la ciudad de Shushán (Susa) unificando a los griegos con los persas. 10,000 soldados griegos (macedonios) se casaron con 10,000 mujeres persas, en lo que se llamó la “boda de Oriente con Occidente”. Este gesto de Alejandro Magno era una clara indicación de una nueva y revolucionaria tendencia. En su imperio las barreras étnicas iban a desaparecer. Alejandro quería que no hubieran distinciones entre una nación y otra. Todos podrían ser parte del imperio. Y poco a poco, y sin coerción, adoptarían la cultura griega, el helenismo, que no se presentaba como una cultura “nacional” sino universal y pluralista. Como lo indicó en esos tiempos Isócrates de Atenas: “la designación de un individuo como helénico ya no es más una cuestión de ascendencia sino de disposición … y aquellas personas que comparten nuestra educación tienen más derecho a llamarse helénicos que los que solo tienen una ascendencia común con nosotros” . Repito que esto fue una revolución sin precedentes en un mundo en el cual las diferencias entre los pueblos eran irreducibles. La cultura helénica, sin embargo, no demandaba una conversión formal ni el abandono de los cultos y de las religiones locales. En términos de marketing el helenismo tuvo un gran éxito porque en lugar de imponerse por la fuerza, y generar así la oposición nacionalista de los conquistados, se presentaba como una «oportunidad» de pertenecer al nuevo mundo, al mundo de los ricos y victoriosos, sin importar la raza, nacionalidad y religión del individuo. El marketing helénico funcionó a la perfección y en cuestión de 100, 120 años virtualmente todos los pueblos del imperio se asimilaron al helenismo. Las antiguas religiones del mundo, como la egipcia, por ejemplo, desaparecieron por completo.
¿COMO ENFRENTAR UN ENEMIGO AMISTOSO?
Los judíos de esos tiempos, que en su gran mayoría vivían en Israel y participaban periódicamente de las festividades en el Bet haMiqdash, tuvieron que enfrentar este nuevo desafío. Y no estaban totalmente preparados. Durante siglos los judíos aprendimos a sobrevivir, protegiendo y transmitiendo nuestra Torá en escenarios hostiles. Enfrentado enemigos que buscaban nuestra destrucción y querían imponer sus dioses. Pero esto era nuevo y diferente. Los griegos eran amistosos y educados y ofrecían desinteresadamente la oportunidad de modernizarse y crecer social y económicamente en el próspero imperio. Hacia el año 200 AEC muchos judíos admiradores de Alejandro Magno y del esplendor del imperio griego se convirtieron totalmente al helenismo. Para ellos la Torá ya era algo del pasado. Y un peso a la hora de integrarse a la sofisticada sociedad griega. Otros optaron por una estrategia diferente: reformar el judaísmo. Acomodarlo al pluralismo de la cultura griega. Dejando de lado todos aquellos “rituales” que constituían una barrera social entre los judíos y los demás ciudadanos del imperio griego.
Tomemos como ejemplo, la circuncisión.
BERIT MILA
Todas las semanas se organizaban juego olímpicos locales que estaban abiertos a todos los que quisieran competir: griegos y judíos. La participación en estos juegos era uno de los actos más representativos de la pertenencia a la cultura griega. Los competidores ofrecían sacrificios a los dioses griegos y les dedicaban sus triunfos. Y algo más. Los hombres participaban de los juegos sin ropas. Y para muchos judíos resultaba “humillante” que sus vecinos griegos vieran su circuncisión. Muchos optaron entonces por someterse a una dolorosa cirugía para revertir la circuncisión y no circuncidar más a su hijos. Así, ellos y sus hijos, se verían como ciudadanos “normales” y no sufrirían el bully en los estadios olímpicos. Como vemos, el abandono de la circuncisión por ejemplo, no comenzó como una imposición externa por parte de los griegos sino como un paso voluntario hacia la asimilación de parte de aquellos judíos deseosos de integrarse social y culturalmente al imperio griego y al helenismo.
Continuará