Aunque nuestro luto oficial y colectivo por el Bet-haMiqdash concluye oficialmente el día después de Tish’á beAb, nuestros rabinos mencionaron algunas tradiciones de duelo por el Bet-haMiqdash que mantenemos individualmente y durante todo el año como un recordatorio permanente que nuestro Bet-haMiqdash aún no ha sido reconstruido.
La Guemará en Babá Batrá 60b menciona que cuando una familia judía construye su casa no debe decorar las paredes con tapetes excéntricos u otros revestimientos de lujo u ostentosos. Así dice Maimónides משחרב בית המקדש, תיקנו חכמים שהיו באותו הדור שאין בונין לעולם בניין מסוייד ומכוייר כבניין המלכים; אלא טח ביתו בטיט, וסד בסיד, ומשייר מקום אמה על אמה כנגד הפתח בלא סיד. «Cuando se destruyó el Bet haMiqdash, los rabinos de aquella generación decretaron que un judío no construya una construcción [=su residencia privada] decorada y revestida [lujosamente], como las residencias de los reyes. Lo que se debe hacer es lo siguiente: cuando uno [revoca las paredes y] aplica la arcilla y la cal, se debe dejar un espacio de una amá [0.5 m] por una amá sin cal [sin terminar]». De aquí aprendemos dos tradiciones que representan nuestro recuerdo por el Bet haMiqdash : 1. No revestir las paredes de nuestras casas de una manera exagerada y ostentosa, por respeto al Bet haMiqdash 2. Se debe dejar un espacio sin revestir en una pared cercana a la entrada principal de la casa (Bet Yosef Sh. A., OJ 560)
Otros rabinos siguiendo la opinión del Tur (Rabbenu Yejiel ben Asher) fueron menos estrictos y no limitaron el tipo de revestimiento que una casa judía puede tener. Dijeron que al construir una casa particular, sólo corresponde dejar en la entrada de la casa, frente a la puerta principal, un segmento de la pared sin terminar y sin pintar. Y así recordar, cada vez que entramos a nuestra casa, que la casa de haShem, aún permanece en ruinas.
La mayoría de los rabinos contemporáneos siguen esta segunda opinión menos estricta.
El tamaño de este cuadrado de pared sin revestimiento es aproximadamente de medio metro por medio metro. Y ese segmento de pared se debe dejar sin revocar, sin cal y sin pintura. Del mismo modo, cuando uno cubre las paredes de su casa con papel en lugar de pintura, debe dejar un cuadrado de medio metro por medio metro sin empapelar.
De ser posible, este pedazo de pared sin terminar se debe dejar en la pared opuesta a la entrada de la casa, o lo más cerca posible de la puerta de entrada. Así cada vez que entramos a la casa vemos este simbólico segmento de pared sin terminar y recordamos que Yerushalayim aún está incompleta.
Hay quienes acostumbran a dejar el segmento de pared sin terminar, arriba, encima, de la puerta de entrada, así uno recuerda el Bet haMiqdash al estar en su casa.
Cuando uno compra una casa ya construida ¿tiene que remover el revoque y descubrir un segmento de pared?
Eso depende. Si quien construyó y vivió anteriormente en esa casa era una persona judía, tenía la obligación de dejar ese pedazo de pared sin terminar, y si no lo hizo, la obligación recae ahora sobre el nuevo dueño de esa casa, que deberá remover ese segmento de pared. Sin embargo, si el propietario original no era judío, no estaba obligado a dejar un área de la pared sin revocar, y el nuevo propietario judío entonces no tiene la obligación de hacerlo ahora (Shulján ‘Aruj, OJ 560:1), ya que técnicamente esta tradición fue estaploeicada para cuando uno «construye» su propia casa.
En este último caso y en cualquier otro caso el en que técnicamente no existe la obligación de dejar un segmento de la pared sin revocar (una casa alquilada, por ejemplo), igual lo podemos hacer o podemos colgar un cuadro o una pintura decorativa de Yerushalayim con las palabras אם אשכחך ירושלים… «Si me olvidare de ti, ¡oh Yerushalayim! «, para educarnos y educar a nuestros hijos a recordar, cada vez que entramos a nuestra propia casa, que el Bet-haMiqdash– la Casa de HaShem–todavía no ha sido reconstruido.