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Ribbí Aquibá, los peces y el zorro (132-135 e.c.)

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Ayer explicamos que en el año 130 de la era común, 60 años después de la destrucción del Bet haMiqdash, comenzaron los terribles decretos del emperador Adriano (ver aquí)  y el pueblo de Yehudá comenzó a planear una rebelión organizada contra el imperio Romano. La rebelión era sumamente arriesgada. Ya que en Yehudá habían mas de 10.000 soldados romanos  armados hasta los dientes, más sus auxiliares. Y a una distancia corta de Yehudá (Siria, Egipto)  el Emperador podia disponer de más refuerzos militares, si fueran necesarios. Estos eran soldados profesionales con mucho entrenamiento y listos  para matar hombres, mujeres y niños, sin piedad.  

Para los Yehudim, la prohibición de Adriano de seguir cumpliendo la Torá no les dejaba otra alternativa, que arriesgarse a enfrentar al poderoso Imperio. Pero no todos estaban de acuerdo en que había que luchar por nuestra fe. En esos tiempos, como hoy, había judíos que no les molestaba vivir como romanos. Y criticaban que los judíos arriesgaran sus vidas y las vidas de sus familias para abandonar la Torá.
Hay una famosa historia que relata una discusión sobre este tema que tiene como protagonista a nada menos que Ribbí Aquibá, probablemente el rabino más importante de toda la etapa Talmúdica. Esta historia sucedió seguramente durante los años 134-135. Ribbí Aquibá había nacido en el año año 50, y fue sentenciado a muerte, torturado y ejecutado en Cesárea por los romanos en el año 135.  ¿Por qué?  Porque Ribbí Aquibá desafió la prohibición de enseñar la Torá en público.
La Guemará cuenta que un judío asimilado llamado Papus lo encontró a Ribbí Aquibá enseñado Torá y le dijo: “Aquibá, ¿no tienes miedo que los romanos te atrapen y te sentencien a muerte por dedicarte a la Torá? Ribbí Aquibá le respondió con una parábola: “Una vez, un zorro estaba dando un paseo cerca de un arroyo, y vio pasar a los peces corriendo de un lado a otro como si huyeran de algún peligro. ‘¿De qué están huyendo?’,  preguntó el zorro. Y los peces respondieron ‘De las redes de los pescadores’. El astuto zorro entonces les dijo: ‘¿Por qué no suben a la superficie, donde estarán a salvo de las redes de los pescadores, y podremos vivir juntos, ustedes y yo, en paz y armonía?’  Los peces contestaron ‘¿Eres tú realmente el más inteligente de los animales? Si en el agua, en nuestro habitat natural, tememos por nuestras vidas y estamos constantemente escapando del peligro… en la superficie, fuera del agua, ¡nuestra muerte sería inminente!’   Ribbí Aquibá le explicó a Papus: «La situación que ahora enfrentamos los Yehudim es similar a la de los peces. Por ahora, mientras seguimos practicando nuestra Torá, estamos en el agua. La Tora es el agua que nos da vida, y que le da sentido a nuestra existencia. Es cierto que al estar en el agua nos exponemos a que nos atrapen y nos maten. Pero si abandonamos la Torá, si salimos voluntariamente del agua a la superficie como propone el zorro (=los romanos) nuestra muerte sería inevitable. Abandonar el agua equivale a suicido.»
Ribbí Aquibá articuló con esta hermosa parábola la profunda razón de la oposición de los judíos a los decretos de Adriano. E inspiró, no solo a los judíos de su época, sino a millones de judíos a través de la historia a entender que la Torá es para nosotros lo que el agua es para los peces.
No es de extrañar entonces que Ribbí Aquibá haya apoyado totalmente la causa de Bar Kojbá, ya que él mismo arriesgó –y sacrificó–su vida por desafiar a Roma y proteger la Torá. Ribbí Aquibá consideró a Bar Kojbá como el Mashiaj que salvaría a Israel del opresor; que liberaría a Jerusalem y que reconstruiría el Bet haMiqdash… pero todo esto no sucedió. Y en Tishá beAb recordamos la caída de Betar, la última batalla de la rebelión de bar Kojbá.
Los valientes soldados de Bar Kojbá, inspirados en la misma causa que Ribbí Aquibá, lucharon hasta el final durante 3 años y medio contra el imperio más poderoso y cruel que conoció la historia humana.  Al principio, cuando comenzó la rebelión armada en el 132, los hombres de Bar Kojbá triunfaron en prácticamente cada batalla que pelearon. Y al igual que sus antepasados 65 años atrás (ver aquí)  declararon un Estado Judío independiente

El acto más simbólico de la independencia de Israel fue la impresión de monedas “judías” (miles de ellas se han encontrado hasta el momento). En una cara de la moneda dice: “Shimón [Bar Kojbá] líder de Israel” ), y en la cara que vemos en esta imagen abajo se lee en hebreo antiguo,  “por la liberación de  Yerushalayim”, que fue el objetivo final de la rebelión.

 

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