Jerusalén en los tiempos del rey Jizquiyahu (ca. 700aec)
וירא חזקיהו כי בא סנחריב ופניו למלחמה על-ירושלם
La ciudad de Yerushalayim pasó por momentos muy difíciles. Pero los Yehudim siempre vimos la intervención directa de haShem para proteger la ciudad y su Bet haMiqdash. Desde la época de su construcción hasta nuestros tiempos cuando Yerushalayim fue milagrosamente recuperada por el ejército de Israel en la guerra de los Seis Dias en1967.
LOS PRIMEROS CUATRO SIGLOS
Los monarcas descendientes del rey David reinaron en Yerushalayim por más de cuatro siglos (1020 – 586 antes de la era común). Durante todo ese tiempo el Bet haMiqdash estuvo funcionando. Tres veces por año, en Pésaj, en Shabu’ot y en Sukkot, todo el pueblo judío ascendía a Yerushalayim. La gente se establecía allí por varios días: una semana en Pésaj, un día en Shabu’ot y ocho días en Sukkot. Este es un elemento muy importante—y que yo sepa único entre las capitales del mundo entero—que le da a Yerushalayim el carácter de ciudad capital del pueblo de Israel. El pueblo judío, durante ese tiempo, sufrió varias crisis. La más trágica fue sin duda la division de Israel en dos reinos (ca. 930 aec), el reino de Israel que contaba con 10 tribus, y el reino de Yehudá, que contaba con las tribus de Yehudá, Binyamín y los integrantes de la tribu de Leví (los Cohanim y los Levitas). Las tragedias no terminaron allí. Alrededor del año 722 aec el imperio Asirio derrotó y exilió al reino de Israel. Miles de fugitivos provenientes de las 10 tribus se refugiaron en el reino de Yehudá. Desde ese momento el pueblo de Israel se comenzó a llamar “el pueblo judío” (por la tribu de Yehudá, Judea).
EXTENDIENDO y PROTEGIENDO YERUSHALAYIM
En esos tiempos reinaba el rey Jizquiyahu (en español: Ezequías 729-686 aec). Dado el crecimiento de la población de la ciudad, por la llegada de los refugiados de las 10 tribus, el rey extendió la ciudad de Yerushalayim hacia el oeste y hacia el sur, el area que hoy ocupa la ciudad vieja y especialmente el barrio judío (ver mapa). Alrededor del año 701 aec, Yerushalayim sufrió una de sus mayores crisis, y vivió uno de sus mayores milagros. Hoy comenzaremos a contar esta historia.
El emperador Asirio Sanjerib, que ya había destruido el reino de Israel, había derrotado a Babilonia y a Egipto y estaba arrasando con todos los pueblos a su alrededor, se aprestaba a hacer lo mismo con el reino de Yehudá, lo que quedaba del pueblo judío. Sanjerib mandó a sus generales a sitiar la ciudad de Yerushalayim, con ordenes que si el rey Jizquiyahu no se rendía, la ciudad sería destruída. El rey Jizquiyahu hizo lo que pudo. En primer lugar, construyó unas murallas de contención muy anchas, que todavía se pueden ver en el centro del barrio judío, al lado de las oficinas del correo (la construcción de estas murallas está relatada en Dibré haYamim 2 , 32:5). Jizquiyahu también construyó un famosísimo túnel que existe hasta nuestros días. Este túnel une el monte del Templo y la ciudad vieja con la Ciudad de David, llamada hoy en día Siluán. Este túnel merece un comentario aparte.
EL TUNEL DE JIZQUIYAHU
Este túnel, de meas de 500 metros, se excavó para proveer agua a la ciudad que iba a ser sitiada. El agua provenía originalmente de la fuente de Guijón, un manantial subterráneo en las afueras de Yerushalayim, que tiene agua todo el año. El túnel es una obra maestra de ingeniería. Había que perforar la piedra de montaña, y como no se contaba con mucho tiempo, dos equipos trabajaron simultáneamente, uno de cada lado de la montaña. Hasta el día de hoy los estudiosos se maravillan de la técnica que se utilizó para que estos dos equipos pudieran sincronizar la excavación y encontrarse en la mitad de la montaña. El libro de Melajim nos cuenta que cuando los dos grupos estaban como a 30 metros uno de otro, escuchaban los golpes y así se unieron en el centro. Hay una inscripción, que hoy se encuentra en el museo de arqueología de Estambul, Turquía, que celebra este encuentro. La inscripción dice: “Esta es la historia de la perforación. Cuando todavía […] pico(s) [….] cada uno hacia su compañero y cuando todavía faltaban perforar tres varas, […] la voz de un hombre que le gritaba al otro, pues allí había una brecha del lado derecho […] Y el día de la ruptura se encontraron los trabajadores, hombre contra hombre, pico contra pico, y el agua fluyó de la fuente hacia el estanque, 1200 varas, y de 100 varas era el grosor de la roca por sobre las cabezas de los trabajadores. ….”.
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