NOVENA BERAJÁ de la AMIDÁ: Los beneficios y riesgos de la abundancia
ברך עלינו…את השנה הזאת
Bendice HaShem, nuestro Dios, [la cosecha] de este año y todos los productos [de la tierra] para bien.
Concede el rocío y la lluvia para bendición, en toda la faz de la tierra.
Colma [de lluvias] la faz del planeta, [para] que así todo el mundo este satisfecho, gracias a Tu bondad.
Llena nuestras manos con Tu bendición y con la abundancia de lo que nos regalan Tus manos.
Protege [la cosecha] de este año de todo tipo de plagas y de todo tipo de desastres [naturales]
Haz que [nuestra cosecha] tenga un buen término y concluya en paz.
Ten piedad de [la tierra, concediéndole lluvia] de todo lo que produzca y de todos sus frutos.
Bendice este año con lluvias generosas; [lluvias] de bendición y de abundancia
Y que el final de este año sea [beneficioso] para la vida, la hartura y la paz, como los mejores años de bendición.
Porque Tu eres un Dios bondadoso y generoso, que bendices las cosechas.
Bendito eres Tu, HaShem, que bendices las cosechas.
Estamos en la novena berajá de la Amidá, barej alenu, que es la bendición en la cual pedimos a HaShem que nos conceda nuestro sustento (parnasá). En esta Halajá analizaremos la version Sefaradí de esta bendición (la versión Ashkenazí es mucho más corta y está implícita en este texto) y nos enfocaremos en el texto que se dice durante el invierno, cuando pedimos por la lluvia.
Como podemos ver, esta bendición se concentra explícitamente en solicitar lluvia (o en verano «rocío»); una buena cosecha (la palabra hebrea «shaná», que usualmente se traduce como «año», quiere decir en este contexto «cosecha anual») y una producción exitosa de frutos de la tierra. En otras palabras, le pedimos a HaShem que nos conceda nuestro sustento para que no suframos de hambre.
En particular, le pedimos a Dios que envíe la lluvia. Uno de los escenarios más desastrosos para la economía de Israel, lo que es cierto aún el día de hoy, es un año de sequía. La lluvia, en su debido tiempo y en su medida, es la bendición de HaShem para Su pueblo Israel, tal como lo expresamos explícitamente en el Shemá Israel, donde también afirmamos que la lluvia en la tierra de Israel está condicionada a que el pueblo judío mantenga su alianza con Dios. La Torá describe una interacción de causa y efecto entre el comportamiento del pueblo de Israel y el comportamiento del cielo de Israel. La Providencia Celestial recompensa la lealtad de Israel con lluvias en abundancia (y viceversa).
Ahora bien, aunque esta berajá se refiere exclusivamente a los aspectos agrícolas de la economía, porque fue concebida en el tiempo de los Yehudim vivíamos en Israel y nos dedicábamos a trabajar la tierra, también alude a nuestro éxito económico en general. Cuando decimos esta bendición podemos pensar o pedir explícitamente que HaShem bendiga nuestros negocios, nuestros emprendimientos y nuestros trabajos y no permita que pasemos hambre, pobreza o dificultades económicas.
Algo muy importante que aprendemos en esta Berajá está implícito en la palabra «leTobá» (que HaShem nos conceda nuestro sustento «para bien»). El Rab de Kahlenberg explicó que a veces la abundancia de dinero puede causar un efecto negativo en una persona, por ejemplo, provocando que se comporte con altanería o que se aleje de la Torá (וישמן ישורון ויבעט). En muchas áreas de la vida material, la abundancia puede ser contraproducente. El exceso material puede convertirse en un trastorno psicológico o moral, llamado popularmente en ingles «Affluenza» (ver aquí) que consiste en (1) El sentimiento de insatisfacción y frustración permanente cuando uno no llega a tener tanto como su vecino. (2) Una dedicación excesiva al trabajo, no para tener lo que necesitamos sino para elevar nuestra imagen social material, y todo esto a expensas de nuestra dedicación y desarrollo espiritual. Y finalmente (3) una adicción compulsiva al consumo.
Debemos pedirle a HaShem que nos bendiga materialmente, proporcionándonos todo lo que necesitamos, pero que nos ayude a no caer en la «Afluenza».