SÉPTIMO MANDAMIENTO: ¿Cómo renovar la pasión en el matrimonio?
תניא, היה רבי מאיר אומר מפני מה אמרה תורה נדה לשבעה? מפני שרגיל בה וקץ בה אמרה תורה תהא טמאה שבעה ימים כדי שתהא חביבה על בעלה כשעת כניסתה לחופה. נדה ל»א, ע»א
Ayer comenzamos a explicar el séptimo mandamiento: «No cometerás adulterio». La Torá nos enseña que para reforzar la fidelidad no alcanza sólo con «tener en cuenta» este mandamiento. Nuestro compromiso a la fidelidad conyugal se consolida con una actitud especifica hacia la sexualidad. En primer lugar, conociendo la naturaleza de la sexualidad en el matrimonio. En segundo lugar teniendo una conducta apropiada hacia las personas del otro sexo. Y en tercer lugar ejerciendo un control sobre nuestros pensamientos y nuestros ojos. B’H, hablaremos sobre cada uno de estos 3 puntos en los próximos días.
Comencemos por el principio, la naturaleza de la sexualidad en el matrimonio.
Una de las Mitsvot más importantes en la familia judía es Taharat haMishpajá (o Niddá), que se suele traducir por «pureza familiar.» En el matrimonio judío las relaciones intimas están limitadas durante aproximadamente 12 días el mes. Los días excluidos se relacionan con el ciclo de la mujer y siete días adicionales. Cuando los Sabios del Talmud explicaron la lógica de esta regulación dijeron que al cabo de estos días sin contacto físico, marido y mujer se reencuentran íntimamente y «sienten lo mismo que sintieron la noche de bodas». En otras palabras, este periodo de separación, lejos de afectar el deseo sexual, lo renueva y lo incrementa. Evitando así caer en uno de los mayores problemas del matrimonio moderno: el aburrimiento sexual.
Este «aburrimiento» tiene que ver con la teórica potencialidad ilimitada de la intimidad sexual y es parte de la «naturaleza» de un matrimonio donde las sexualidad no está regulada. El síndrome de la «rutina sexual» es uno de los factores que más influyen en la búsqueda de la novedad sexual, que puede llevar al adulterio. Por su propia naturaleza, el pico de la atracción sexual ocurre cerca del casamiento. Pero con el paso de los años (y NO me estoy refiriendo a un problema de edad…), la atracción física hacia la propia esposa no aumenta sino que casi inevitablemente disminuye. La intimidad sexual matrimonial comienza a tornarse menos intensa, monótona y demasiado predecible. Todo esto hace que la pasión progresivamente disminuya… Este es un fenómeno que es muy bien conocido por sicólogos y sexólogos.
Hace casi 2000 años atrás (en texto original hebreo lo citamos arriba) Ribbí Meir explicó que el periodo mensual de separación física en una pareja judía hace que, el marido por ejemplo, comience a «extrañar» a su esposa, y su atracción física hacia ella crezca cada vez más. A medida que se acerca el día del Mikvé (la inmersión ritual que concluye los días sin intimidad sexual) su deseo se renueva. Y cuando su mujer llega del Mikvé, Ribbí Meir afirma que marido y mujer, incluso muchos años después de casados, se reencontrarán con la misma pasión que sintieron en su noche de bodas. Este ciclo, que se repite cada mes (excepto cuando la mujer está embarazada) evita la rutina sexual y renueva la pasión en el matrimonio.
Vamos a entenderlo mejor: imaginemos a un joven judío que está en su habitación solo con su esposa a quien quiere y a la cual se siente atraído. Y sin que medie ente la pareja nada más que esta abstracta Mitsvá de Taharat haMishapajá, el joven puede decirse a sí mismo «Ahora NO». Su deseo por su propia esposa, ¿disminuirá o se acrecentará? Su mujer, como explica Ribbí Meir, se transforma en el «objeto» exclusivo de su deseo, ya que lo prohibido atrae.
Durante esos días de separación de la mujer que ama, el marido ni siquiera puede pensar en otra mujer que no sea su propia esposa.
Además, en estas circunstancias y durante estos días el joven esposo judío pasa por un gran entrenamiento en cuanto a su capacidad para controlar su propia sexualidad. Lo cual es absolutamente esencial para no caer en una atracción fatal que derive en el adulterio…
Algo más. El periodo de separación física también promueve un nivel de comunicación entre marido y mujer muy profundo, que va más allá de lo sexual. En esos días sin actividad sexual, y desde el comienzo del matrimonio, marido y mujer tienen que comunicarse afectivamente, pero en un plano que bien podríamos llamar «platónico». En el judaísmo, el nivel más alto al que una pareja debe aspirar es el nivel de «amistad» (re’ut), el cual acompañara a la pareja durante el resto de su vida y en todas las circunstancias. Incluso en esos años cuando la pasión hormonal disminuye notablemente (en la sociedad moderna cada vez son más las parejas que se divorcian después de los 50. Según el Huffington Post, en 2010 en EEUU, 1 de cada 4 parejas que se divorciaron pertenecían a este grupo. Ver aquí). Contrariamente al deseo sexual biológico, la amistad entre marido y mujer, se debe intensificar con el correr de los años y es la mayor garantia de fidelidad y solidez de un matrimonio. Este profundo nivel en el cual mi esposa es también mi mejor amiga, se desarrolla intensamente en esos días sin intimidad sexual.
¿Conoce usted, querido lector, algún otro método o técnica sexual que produzca estos resultados?
(Continuará)