Esta Parashá nos cuenta sobre los últimos días de Abraham Abinu. Luego de ocuparse del entierro de su esposa Sará, Abraham sabe que le queda una importante misión por cumplir: casar a su hijo Isaac (Ytsjaq). Es mucho lo que está en juego. Encontrar una mujer digna de Isaac es lo que va permitir que el legado de Abraham, su pacto con HaShem, continúe para la posteridad. Pero si la esposa no acompaña a Isaac, posiblemente todo se pierda…. En ese entonces, como hoy en día, la educación de los hijos y la continuidad dependen especialmente de la esposa. En este Shidduj, había demasiado en juego…
Para esta difícil misión Abraham envía a su sirviente más leal, Eliezer. Eliezer llega a Jarán, la tierra de la cual proviene Abraham y en la cual tiene todavía algunos familiares. Eliezer le ruega a HaShem que ilumine sus pasos. Y se propone hacer una «prueba» para elegir a la futura esposa de Isaac.
Eliezer se dice a sí mismo que si al llegar al pozo de agua-donde usualmente hay jóvenes mujeres que van a buscar el agua para sus casas- y él le pidiera a una de estas jóvenes un poco de agua para beber, y la joven accediera y le ofreciera también darle de beber a sus camellos, ésta sería la futura esposa de Isaac.
Los rabinos se dividen en su opinión: Algunos, como haRambam, dicen que Eliezer no obró correctamente. Que no se puede «poner a prueba a Dios» (לא תנסו). Yo no puedo decir, por ejemplo: «No estoy seguro si debo o no debo comprar esta casa. Por lo tanto, HaShem voy a tirar una moneda para que Tú me reveles Tu voluntad. Si es tu voluntad que yo compre esta casa, haz que la moneda caiga de ‘cara’. Y si no es Tu voluntad, entonces que sea ‘seca’. Al fin y al cabo, HaShem, Tú eres Todopoderoso, y está en tu poder determinar de qué lado caerá la moneda.» . Maimónides indica que este razonamiento, aparentemente impecable dado que HaShem es Todopoderoso, era parte de lo retórica que usaban los idolatras, cuando de esa manera «forzaban a sus dioses a revelar su voluntad», la cual ellos manipulaban a gusto.
Otras opiniones, si bien aceptan el dictamen de Maimónides, dicen que en este caso Eliezer no trató de poner a prueba a Dios, sino de poner a prueba el carácter y la personalidad de la futura esposa de Isaac. Al fin y al cabo Eliezer no pidió un signo identificatorio «arbitrario». No dijo, por ejemplo, «la joven que vista un vestido con flores, esa será la que HaShem quiere para Isaac», o algo así. Eliezer se propuso identificar «cualidades» que probaran el buen carácter de la muchacha.
¿Y cuáles eran las virtudes que Eliezer esperaba ver, y que finalmente vio, en la futura esposa de Isaac? Eliezer buscaba en la futura esposa de Isaac, las virtudes de Abraham Abinu.
Veamos: cuando Abraham recibe a sus invitados, les ofrece menos de lo que al final les da. Abraham ofreció a sus tres invitados, «un pedazo de pan y un poco de agua». Pero al final, les hizo un banquete con carne tierna, pan recién horneado, y deliciosos postres. Parte de la virtud de un Tsadiq (un Yehudi justo) «es hacer más de lo que promete», (al revés de los políticos).
Algo más: Abraham atendió a sus huéspedes con «entusiasmo» (זריזות). Una de las maneras de medir nuestro entusiasmo es ver qué tanto nos apresuramos en hacerlo. Si un niño de 12 años tiene que levantarse a la madrugada para hacer una tarea que no quiere hacer, seguramente se levantará muy lentamente, se vestirá en cámara lenta, con total desgano, etc. Pero si tiene que levantarse a la madrugada para viajar en avión a Disneylandia, seguramente se levantará sin demoras, y se vestirá presurosamente, y con mucho entusiasmo.
Cuando Abraham recibió a sus invitados la Torá nos cuenta que Abraham se «apresuró» y le dijo a su esposa, prepara «pronto» tortas, y luego «corrió» hacia su ganado y se «apresuró» a preparar la carne…
Cuando Eliezer vio a Ribqá le pidió agua. Y Ribqá se «apresuró» hacia la fuente y le dijo: «Bebe Señor mío». Y le dijo, de su propia iniciativa: «voy a dar de beber también a tus camellos. Y se «apresuró» y tomo su vasija y «corrió» hacia la fuente de agua y dio de beber a los camellos hasta saciar su sed.
Este comportamiento excepcional es propio de las personas que practican el Jesed, las obras de bien, en el más alto nivel. Hacen el bien, sin que se les pida. Hacen más de lo que se espera que hagan. O más de lo que ellos mismos prometieron hacer. Y cuando llevan a cabo sus obras de bien, lo hacen con entusiasmo, con pasión, desinteresadamente, sin desgano y haciéndole pensar a quienes le hacen un favor, que ellos le están haciendo el favor a uno. Ribqá pasó la prueba. Y se graduó con el puntaje más alto.