viernes, marzo 29, 2024
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ISRAEL ¿En quién puede confiar el Estado de Israel?

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אין לנו על מי להשען אלא אבינו שבשמים

En la guerra de 1948, Israel, milagrosamente derrotó a los 5 países árabes que la habían atacado luego de haber declarado su independencia el 5 de Iyar, 14 de Mayo, de ese mismo año. Como ya lo habíamos comentado,  ninguna de las potencias mundiales de ese momento (Estados Unidos, Francia e Inglaterra) salió a defender a Israel. Por el contrario, estos países establecieron un embargo de armas que favorecía a los árabes y ponían a Israel al borde de su exterminio. 

El triunfo de Israel en 1948 fue, en mis propias palabras, un milagro de proporciones bíblicas.  

Luego del primer cese al fuego, cuando la guerra recomenzó, las fuerzas árabes estaban como paralizadas. A pesar de tener a Israel cercada por todos lados, no avanzaban. Era como que algo las detenía. Israel, por el otro lado, comenzó su contraofensiva, recuperaba territorios y conquistaba tierra más allá de las fronteras originales. Se cumplían las profecías que la Torá había anunciado en la Parashá que leímos este último Shabbat , donde el Creador le promete Su pueblo (Levítico 26:7-8) que estará con ellos cuando salgan a la guerra:  “Tú perseguirás a tus enemigos, y ellos caerán por la espada ante ti. Cinco de ustedes perseguirán a cien, y cien de ustedes perseguirán a diez mil, y sus enemigos caerán por la espada delante de ustedes ”. 

Los judíos debemos estar infinitamente agradecidos a HaShem por Su Providencial intervención. Como lo escribió el rey David en sus Salmos, cuando se salvó de una muerte segura ”porque cantaré Tus alabanzas y no me quedaré callado; HaShem, mi Dios, te agradeceré por siempre”.   

Un Yehudí, que se entrena permanentemente para ver la intervención divina en su historia, que no quiere ver o no declara en voz alta el agradecimiento a Dios por el nacimiento y la supervivencia de Medinat Israel, en mi opinión, no sólo está espiritualmente ciego sino que también cae en el gran pecado de la ingratitud.  Y no hay peor ingratitud que la ingratitud a a Dios. 

Las grandes potencias mundiales se mantenían pasivas, neutrales, expectantes, asumiendo que Israel no sobreviviría una guerra que no podía ganar.  De los 3 países mencionados el que más perjudicó a Israel fue Gran Bretaña.  Que estuvo pasiva mientras pensaba que Israel iba a perder . Y comenzó a intervenir cuando se dio cuenta que Israel comenzaba a ganar.

Un par de ejemplos.

Jordania contaba con el apoyo directo de los ingleses. Los ingleses habían entrenado a sus tropas y supervisaban todas sus operaciones, especialmente en la lucha por Jerusalem, lo cual costó muchas vidas judías. Cuando Israel empezó a contraatacar y bombardeó la capital de Jordania, Amman, en reacción a los permanentes bombardeos a Tel Aviv,  Inglaterra amenazó con destruir los aeropuertos de Tel-Aviv con su famoso Royal Air Force. Israel tuvo que replegarse. 

A comienzos de Enero de 1949, Israel, contra todos los pronósticos,  estaba ganando la guerra. Había bombardeado Cairo y Damasco y su ejército seguía avanzando hacia al canal de Suez. En ese momento las Naciones Unidas se apuraron a exigir un cese al fuego y a declarar un armisticio.  Israel, contra sus propios intereses, aceptó el armisticio. Pero Israel ya había conquistado Gaza, Rafiah y gran parte de la peninsula del Sinai. Y de acuerdo a ley internacional los territorios conquistados en la guerra pasan a ser territorio del país que gana la guerra. TAL COMO OCURRIÓ CON TODOS LOS PAISES DEL MUNDO A TRAVES DE LA HISTORIA.

Ahora bien: En una acción que iba contra todos los precedentes históricos y conquistas militares, incluyendo las conquistas militares de las propias colonias inglesas, Gran Bretaña le negó a Israel este derecho. Y amenazó a intervenir militarmente contra Israel si el estado judío no devolvía a Egipto el territorio conquistado, la península del Sinai, Gaza, Rafiah (A history of Israel. Howard Sachar, page 346). 

David Ben Gurión se oponía enérgicamente a esta concesión sin precedentes. Ben Gurión consideraba injusto e inconcebible que los árabes no pagasen un precio por la guerra que ellos mismos habían iniciado. Y nadie hubiera exigido a los árabes renunciar a sus conquistas militares, si hubieran derrotado a Israel.

Ben Gurión dijo: “Vamos a devolverles a los árabes sus territorios cuando ellos nos devuelvan a los 6.000 judíos que murieron en la guerra que ellos comenzaron”  

Pero la presión internacional fue tanta que Israel, completamente aislado, tuvo que ceder.  

Hasta el día de hoy Israel sigue pagando el precio por esta concesión.   

¿Por qué?

En primer lugar porque la inexplicable impunidad internacional que goza cualquiera que ataque a Israel es el mejor incentivo para atacar nuevamente a Israel.  

En segundo lugar, porque sin quererlo Israel sentó un precedente muy peligroso: ¡Israel este dispuesta a aceptar condiciones que no se le exigen a ningún otro país del mundo! Como “devolver” territorio militarmente conquistado, o repatriar a los enemigos (los refugiados palestinos) que huyeron voluntariamente de una guerra ¡que sus propios aliados comenzaron!. 

En lugar de “traer paz” las permanentes concesiones de Israel solo alentaron a los países árabes, con el beneplácito de las grandes potencias, a demandar más y más de Israel. 

Hasta hoy en día, en las Naciones Unidas, Israel no es considerado como un país más. Israel es el único país  del mundo al cual se lo puede amenazar de exterminio sin temor a represalias mundiales. E Israel es el único país que  es condenando permanentemente, acusándolo de de los crímenes que sus acusadores perpetran con impunidad, con el silencio complice de las Naciones Unidas.

Como dijo proféticamente Bil’am: el pueblo de Israel (En el desierto 23:9): “es un pueblo que vive aislado [por las naciones] y que los demás pueblos no lo consideran [como una nación más, es decir, normal].  Olvidar que las grandes potencias nos abandonaron a nuestra suerte cuando más las necesitábamos: “Quién olvida su historia, está condenado a repetirla”.  

CARTA DE LECTOR

Recibo muchos emails de lectores de Halaja of the Day . Hoy quiero referirme a uno de ellos.

En su email el lector nota que yo escribí:

Oportunamente recibo sus trabajos, los cuales me resultan muy interesantes y muy profesionales, muchas gracias

La victoria de Israel en la guerra de su independencia que comenzó el 15 de Mayo de 1948 y duró 10 meses no tiene precedentes en los anales de la historia militar. Esto se debe por un lado, el increíble coraje, ingenio y sacrificio de nuestros líderes y nuestros soldados que lo dieron todo para triunfar. Y a la intervención Divina que, batalla tras batalla, milagro tras milagro lo hizo posible. Para entenderlo mejor, es importante recordar lo siguiente. El lector recomienda que la intervención Divina, sea mencionada en primer lugar. Y menciona otros ejemplos como el caso del rey Jizquiahu.

Entonces, ¿se debe mencionar la intervención en «primer» lugar?

Obviamente, la intervención de Dios es el factor decisivo. Sin embargo, la intervención Divina tiene lugar «luego» de la intervención humana. Dios nos «ayuda» a que nuestros esfuerzos prosperen. Primero nos ponemos a trabajar. Y luego, pedimos la intervención Divina para que nos ayude a que nuestro trabajo dé frutos. Lo mismo ocurre en todo orden de cosas. Si uno no se pone a trabajar o no va a un médico cuando está enfermo, no puede pretender que Dios lo mantenga o lo cure. En la guerra ocurre lo mismo. La Torá repite varias veces «Cuando salgas a la guerra… Dios estará contigo». La única excepción a esta regla fue cuando el pueblo de Israel recién abandonaba Egipto y cuando estaban frente al mar fueron acorralados por los egipcios. En ese momento, cuando el pueblo estaba absolutamente no preparado para luchar, Moshe le dijo al pueblo: HASHEM ILAJEM LAJEM VEATEM TAJARISHUN. » Dios va a luchar por ustedes, y ustedes no tiene que hacer nada» . En la época de Yehoshua Bin Nun, la tierra de Israel fue conquistada por el ejército de Yehoshua que fue asistido por Dios.

En la guerra, como en virtualmente toda otra actividad, el hombre comienza con su esfuerzo, y Dios, en el mejor de los casos, hace que su esfuerzo prospere.

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