jueves, marzo 28, 2024
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POST BET-HAMIQDASH: Los romanos descubren la Torá

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Explicamos previamente que para los romanos fue muy significativo haber vencido al pueblo judío y destruido su Bet haMiqdash. Una de estas razones, quizás la más poderosa, es que los funcionarios romanos  siempre se sintieron “amenazados» por la religion judía. Temían que muchos ciudadanos del imperio se convirtieran al judaísmo y éste reemplazara a la religión oficial. Y no estuvieron muy equivocados….

LOS PROBLEMAS DEL CULTO ROMANO

La religión romana, explica el historiador Paul Johnson en su libro Historia del Cristianismo (pag.11), “no llegaba al corazón ni imponía obligaciones a las creencias de un hombre. Cicerón y otros intelectuales la defendieron con argumentos que se referían meramente a su carácter de auxiliar del decoro público”. Es decir, la religión romana estaba enfocada casi exclusivamente a mantener la ley y el orden civil, y no proponía un sistema de creencias con contenido espiritual. Así, cuando Calígula quiso erigir su estatua en el Bet haMiqdash, lo hizo más para imponer su autoridad política que la religión del Imperio.   La religión romana se concentraba mucho en el culto a los emperadores, lo cual también le hacia perder credibilidad: “como era una religión oficial, cambiaba a medida que variaban las formas de gobierno. Cuando fracasó la república, el nuevo emperador se convirtió, ex officio, en el pontifex maximus… que gozaba de poderes casi divinos conferidos al gobernante… después de la muerte de César, el Senado romano en general votaba la divinización del emperador… y un testigo juraba que había visto el alma del muerto elevarse hacia el cielo desde la pira funeraria.”  Los romanos no eran muy fanáticos de su propia religión, que consideraban corrupta, politizada y utilitaria.  Y el judaísmo los atraía cada vez mas.   Pero hay que saber que el romance de los romanos con el judaísmo NO fue un amor a primera vista. Les llevó más de un siglo a los romanos entender y admirar al judaísmo. Lo que es más: En un principio, a los Romanos los desconcertaba 2 elementos del monoteísmo judío. 1. La invisibilidad de Dios  y 2. La exclusividad de su servicio.

EL INVISIBLE DIOS DE LOS JUDIOS

El descubrimiento de Abraham Abinu, hace 4000 años atrás, que HaShem / Dios es invisible fue una extraordinaria revolución, que en términos de su audacia creo que superó otros descubrimientos como los de Copérnico, Newton, o Einstein.  Newton, por ejemplo, tuvo que concebir que existe una fuerza invisible y universal, la gravedad,  que determina prácticamente todo lo que ocurre en la física, y esa fuerza no es tangible y no puede ser vista con los ojos. Esta abstracción, o la idea contra-intuitiva de la curvatura del espacio-tiempo de Einstein, representaron increíbles avances en la humanidad.  Pero nunca fueron vistas como “locura” .  Abraham vivía en un mundo donde lo que no se veía no existía, y concebir un Dios invisible, no era sólo algo ridículo sino también un insulto a los dioses, o una idea demencial.  La gente pensaba de Abraham, que le agradecía y le rezaba a un Dios invisible, lo que pensaríamos nosotros de una persona que dice que ve muertos o fantasmas a su lado.

No es de extrañar entonces que los judíos hayan sido considerados como excéntricos o delirantes por los romanos.  La idea de un Dios invisible, que hoy es absolutamente comprensible, resultaba demasiado avanzada para la mayoría de los romanos. El primer funcionario romano que ingresó en el Bet haMiqdash (por la fuerza), fue Pompeyo en el año 66 antes de la era común. Dicen que entró en el Qodesh haQodashim, al recinto más sagrado del Templo, pensando que allí los judíos escondían a sus verdaderos dioses e imágenes. Cuando Pompeyo comprobó la ausencia de ídolos, comenzó a tener más curiosidad y respeto por el judaísmo; no perturbó la paz en el Templo ni tocó sus tesoros.

Con el paso del tiempo y con las explicaciones de los Sabios judíos los romanos más inteligentes y sensibles comenzaron a entender la idea de la invisibilidad de Dios. Los Sabios dijeron por ejemplo que “Dios es al mundo lo que el alma es al cuerpo”. En las palabras mi estimado amigo, el  Juez Ezra Goldstein de Sudáfrica, en su libro The Veredict: “Ninguna búsqueda que se realice en el cuerpo humano, por más minuciosa o invasiva que sea, llegará a aislar o identificar al ‘yo’ [=el alma].  Todo lo que nuestra búsqueda producirá será físico, perceptible y medible. Y sin embargo, cada uno de nosotros sabe que el ‘yo’ está allí. De hecho, el ‘yo’ es el componente más importante de cualquiera de nosotros. Es el ‘yo’ que nos hace a cada uno de nosotros individualmente irremplazable. Es el ‘yo’ que lloramos cuando ocurre la muerte, y el ‘yo’ lo que honramos cuando enterramos a los muertos. El universo también está infundido con un ‘Yo’ invisible, no físico [Dios].”

Al entender el alma, los romanos llegaron a descubrir al “invisible” Dios de Israel.  Y quedaron fascinados con esta idea….

(Continuará…)

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